
Era esa palabra sola, gritada con su voz de ex fumador: "¡Marmota!"
A mí me ponía loca, me parecía que no podía existir insulto peor, y redoblaba la apuesta del llanto.
(Creo que más allá de un carajo al final de una frase, nunca me dijo nada más fuerte que eso).
Me autocomento, qué tristeza...
ResponderEliminarSegún mi analista (!) el apelativo "marmota" era muy común para designar a una persona que andaba por la vida como dormida. Dado que mi analista es incapaz de entrar a este blog, ofrezco a los lectores su atinado comentario, en una inequívoca muestra de transferencia.
Sigo autocomentándome. Hoy me sorprendí diciendo: "duermo como una marmota". Mi analista tenía razón, como siempre.
ResponderEliminarUuuuh
ResponderEliminar