Mi abuelo tenía un busto de yeso de Hipólito Yrigoyen, o, como le decía él, del "Peludo".
Le faltaba un pedazo de oreja y la punta de la nariz.
Estaba guardado en lo más alto del placard.
Siempre me pregunté por qué no lo tiraban o no lo exhibían. Tenerlo pero así escondido me parecía un sinsentido.
Obviamente mi abuela lo revoleó a la mierda después que mi abuelo murió. Y ahí creí entender que era mi abuelo el que no lo quería tirar y mi abuela la que no lo quería exhibir. Y que lo más alto del placard era una zona de compromiso entre ellos. Uno de sus tantos "no man's land".
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