
- Falta el fiambre.
- Ah, bueno, por eso: diez de fiambre, diez de vino, diez de pan.
- Falta el queso.
- Ah, bueno, por eso: diez de queso, diez de fiambre, diez de pan.
- Falta el vino.
- Ah, bueno, por eso: diez de vino, diez de fiambre, diez de queso.
Y así, eternamente.
Era un juego que había con mis abuelos. Se decía muy rápido, tipo trabalenguas. Uno hacía el personaje del que había mandado comprar las cosas y otro, el del che pibe.
Para mí había una gracia extra en hacer rimar "eso" y "queso". Y en no repetir el orden de los elementos.
Me encantaba. En cambio, el cuento de la buena pipa me parecía de lo más pelotudo.
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