lunes, 20 de julio de 2009

Locro

A mi abuelo le caían muy bien los padres de mi compañerito Juan Pablo porque eran correligionarios. Una noche fuimos a un locro radical en algún lugar al fondo de una larga calle, por la zona de la ESMA (yo no lo identificaba de esa manera en aquel entonces, ni me parecía un área radioactiva, como ahora), y estaba este matrimonio. Yo los recuerdo muy formales y correctos. Nos sentamos a la misma mesa, ellos, mis abuelos y yo. Yo me aburrí como un hongo y mi abuelo se agarró un pedo tremendo. Tanto que hubo que irse. Y los padres de Juan Pablo nos acompañaron. Volvíamos por esa calle eterna y oscura y mi abuelo puteaba sin parar, no recuerdo a quién o por qué. Y los padres de Juan Pablo, tan educados, él abogado, ahí con nosotros.

Durante años dije que no me gustaba el locro, comida que había probado por primera vez en este evento. Creo que lo que no me gustaba era el recuerdo.

2 comentarios:

malegría dijo...

son esas asociaciones engañosas de la mente.
igual, yo le tengo idea al locro.

Sil dijo...

Una vez fuimos a un asado a lo de mi tía. Estaban haciendo un cordero en cruz y me dio mucha impresión el bicho ahí, atado, con el fuego abajo (creo que tenía 7 u 8 años). Cuando llegó a la mesa no quise ni tocarlo pero me obligaron a probar un pedazo ("vas a ver qué rico"). Vomité, arruiné el asado, y nunca jamás volví a comer cordero. Memoria estomacal.