lunes, 31 de marzo de 2008

Él sabía

Mi abuelo fue la única persona que me regaló Barbies.

Mi abuela materna me regalaba libros. Mi abuela paterna, nada.

Las Barbies se las regalaban en la juguetería de la Galería Belgrano, como pago porque mi abuelo no los hacía comprar tarjetas de estacionamiento para descargar la mercadería.

Tuve una Barbie Trenzas, con el aparato trenzador, y una Barbie Cocktail, mi preferida.

El viejo sabía algo. Sin duda.

jueves, 27 de marzo de 2008

Obvio

Mi abuelo no iba a las carreras, ni era fanático del turf.

Mi abuelo iba a los burros. Era burrero.

Era obvio, pero en algún momento había que decirlo.

La otra Patricia

Patricia se llama la mamá de Catalina, mi amiga de la infancia.

Patricia se llamaba también mi mamá.

Catalina venía a almorzar a casa casi todos los días y también muy seguido venía a jugar a la salida de la escuela. A la tardecita, su mamá venía a buscarla. Y era muy raro que mi abuelo la dejara partir así nomás. Que picada, que vinito, que charla...

Mi abuelo la quería especialmente. Por ella misma, claro, pero sospecho que también porque se llamaba como mi mamá y tenía su misma edad y veía en ella la madre que habría sido si la hubiesen dejado.

domingo, 23 de marzo de 2008

Confesión

El otro día pasé frente a la Iglesia Redonda de Belgrano y vi que se desarrollaba en la plaza vecina una suerte de confesión masiva: sentados en sillas de plásticos, varias parejas de curas y penitentes, a distancia prudencial, hacían lo suyo.

Eso me recordó mis confesiones durante mi breve período de fe católica.

Me confesaba con el Padre Horacio, el párroco, que me conocía y conocía bien a mi familia. Y mi pecado era siempre el mismo: "Me peleé con mi abuelo".

La Pascua me pareció una ocasión propicia para este post. Que la paz del Señor esté con vosotros.

martes, 18 de marzo de 2008

Afeites

Mi abuelo se afeitaba a veces con una maquinita muy antigua para la que había que comprar la hoja suelta, y a veces con la afeitadora eléctrica.

A mí me encantaba espiarlo.

Me daba un poco de miedo con la cara llena de espuma, como si de pronto fuera otro.

En cambio, cuando usaba la afeitadora eléctrica, era una fiesta. En esas ocasiones, no sé por qué, estaba mejor visto que le abriera la puerta del baño y lo observara. Quizás la espuma, el agua, la toalla y todo eso que involucraba la otra forma de afeitarse, le sonaba más a desnudez y por eso se ponía más púdico.

Entonces me quedaba al lado de él mientras se afeitaba y jugábamos a que me iba a atacar con la máquina eléctrica. Me amenazaba con tocarme el brazo y yo salía corriendo y gritando.

Después, se ponía loción "Old Spice" y salía al mundo suave y perfumado. A mí me llenaba de orgullo tener un abuelo tan limpio y prolijo.

(Con su maquinita, la que llevaba la hoja descartable, años después me afeité los primeros pelitos de la axila. La eléctrica, en cambio, mi abuela la regaló o la tiró, como casi todo).

sábado, 15 de marzo de 2008

Una amenaza más y van...

También me decía: "Te voy a fajar".

Como ya se dijo, lo más lejos que llegó fue a zarandearme una vez del pelo.

La amenaza practicada como deporte se volvía bien poco efectiva, a juzgar por la frecuencia y variedad que debía emplear.

viernes, 14 de marzo de 2008

La picada

Mi abuelo volvía de trabajar a eso de las 18. Era muy frecuente que antes de la cena, saliera una picada (y eso que en casa, en vida de mi abuelo, se cenaba muy temprano, tipo 20 hs.)

La picada consistía en: jamón cocido y queso de máquina en rollitos, berenjenas en escabeche, aceitunas negras, aceitunas verdes, sardinas y mucho pan. Esto era invariable.

Todo regado con vino con soda o algún aperitivo tipo Gancia.

Las berenjenas las hacía mi abuela (muy aceitosas, mi abuela en general cocinaba con mucho aceite, tipo cocina española). Y las aceitunas las compraba en un negocio de la calle Pampa que todavía existe, a la vuelta de San Cayetano.

Solían ser convidados a la picada: Patricia la mamá de mi amiguita Catalina cuando la iba a buscar (más que invitada era compelida), Ricardo el vecino del segundo piso, Burrone si se rompía el televisor.

La presentación corría por cuenta de mi abuela. Mi abuela, dicho sea de paso, no se sentaba a picar con él. Yo sí, por las aceitunas verdes. Y por estar con él, claro.

martes, 11 de marzo de 2008

Desafío

Contrera.

Eso soy, en palabras de mi abuelo.

También decía de mí: "Si no la gana, la empata".

O sea, polemista y seguidora. Discútanme si son machos.

sábado, 8 de marzo de 2008

¿Se la alcanza?

"Correr la coneja" era una expresión de mi abuelo para la que tuve que pedirle explicación. Estaba segura de que no tenía nada que ver con pequeños animalitos en fuga, pero no lograba sacarla por contexto.

Mi abuelo me explicó que "correr la coneja" es andar corto de guita y buscando.

Claro, en esa época, las preocupaciones financieras me pasaban tan de largo que no escuchaba la conversación hasta que aparecía la coneja misteriosa.

Me faltó preguntarle si alguna vez se la alcanza.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Vueltas

"Más vueltas que una oreja".

Eso tengo yo, según mi abuelo.

Y lo digo en presente, porque es una de tantas cosas que mi abuelo vio en mí y que siguen intactas.