domingo, 3 de febrero de 2008

Una relación rara

Burrone era el técnico que arreglaba nuestro enorme televisor blanco y negro.

No sé si el origen de la amistad con mi abuelo estaba en la frecuencia con la que el televisor se rompía o si primero estuvo la amistad y luego la relación service-cliente.

Burrone venía siempre de traje y a la tardecita. Arreglaba la tele y después se comía una picada con mi abuelo.

Era un tipo de unos cuarenta y pico, alto y de pies muy pero muy grandes. Yo siempre me quedaba colgada mirándolos.

A él le escuché por primera vez la expresión "patota", cuando contaba de unos chicos patoteros con campera de cuero que había visto en una esquina.

Nunca supe su nombre. Su estado civil intuyo que era soltero. Y su traje y sus impecables mocasines (de gigante) me hacen pensar que tenía otro trabajo diurno y que el service de televisores era una changa vespertina.

Las visitas de Burrone se terminaron con la tele a colores que nos regaló Aurora (una amiga de mi abuela que se ganó el Gordo de Reyes, sí, leyeron bien, conozco a alguien que se ganó el Gordo de Reyes). O quizás antes, porque no tengo ninguna imagen de Burrone en el departamento minúsculo al que nos mudamos cuando yo tenía diez. Claro, no había manera de que el hombre metiera sus pies en esa cajita de fósforos.

1 comentario:

malegría dijo...

en casa papá era bastante compinche del electricista que se llama hernán pero todos le decimes "el carón". y no tiene la cara tan grande...