lunes, 29 de junio de 2009

Mi abuelo Benjamín

Estoy engañando a mi abuelo con mi otro abuelo.

Mi otro abuelo, al que no conocí, se llamaba Benjamín. Curiosamente, mi abuela materna nunca me habló de él como "el zeide" (ella es mi "baba") sino como el abuelo Benjamín, y así le digo.

Mi abuelo Benjamín se dedicaba a llevar libros contables, pero su pasión era la escritura.

Estoy pasando en la compu un libro suyo. Son poemas sobre los judíos que fundaron Moisés Ville. Sus suegros, mis bisabuelos. Los venía pasando a partir de otra versión transcripta en computadora, pero detecté cosas raras que me parecían errores de tipeo y no "licencias poéticas", como insiste mi baba. Por eso le pedí los originales.

Los originales están escritos en la vieja Underwood que ahora tengo en casa, aquella donde él escribió sus poemas, mi mamá tipeó documentos políticos, mi baba los hábeas corpus por mis viejos y yo, mis primeros textos. La letra "a" está siempre muy alta, lo cual me demuestra que mi abuelo, si bien escribía con todas las letras, no tenía verdadera práctica. Porque la "a", amigos, se tipea con el meñique izquierdo, que no suele tener demasiada fuerza a menos que te dediques a escribir o a mecanogrofiar.

Gracias a estos originales, acabo de descubrir que los números romanos que interrumpían arbitrariamente los poemas, son números de página y no van más allá de III porque ningún poema tiene más de tres hojas y están enganchados por separado.

Y además descubrí que en un poema cada estrofa tiene diez versos, y que en otro hay cinco estrofas de tres rematadas por una estrofa de un único verso. Es decir que estoy entendiendo lo que quiso hacer mi abuelo Benjamín, qué estructura les quiso dar a sus poemas, todo eso que se había perdido en la transcripción anterior.

Me dio tal ataque de entusiasmo nerd de escritora, que lo tuve que postear.

sábado, 27 de junio de 2009

Confesión

Los tipos en calzoncillos largos me calientan.

Mi abuelo usaba calzoncillos largos todo el invierno.

Y evitemos el "si A entonces B", porque si lo pienso debería reconsiderar lo de dejar análisis y no quiero.

jueves, 25 de junio de 2009

Fuera de foco

Pero linda:

Nótese cómo el viejo se inclina para apoyar su cabeza en la mía.

Me acuerdo muy bien de mis zapatillas con cintas rosas en lugar de cordones. Fue todo un logro que me las compraran cuando todavía estaban de moda.

El lugar, obviamente, es la plaza Belgrano. Al fondo se aprecia la Recova, por aquel entonces un lugar oscuro y húmedo que metía miedo, antes de los cafés y las heladerías.

miércoles, 24 de junio de 2009

Bien llevada

Ni a cocochito ni a cococho. A mí mi abuelo me llevaba a caballito. Las demás expresiones nos sonaban provincianas y nos daban gracia. No tengo idea por qué.

lunes, 22 de junio de 2009

Sobre las puteadas

Hace varios días que tenía ganas de escribir sobre esto.

Cuando yo digo que mi abuelo puteaba mucho, no sé si el lector se hace una clara idea de lo que eso significa. Mi abuelo podía mandarme a la reputa madre que me parió por pisarle un callito, decir "ya voy" más de tres veces y no ir nada, o por ponerme a llorar porque casi mato a un pez. Y jamás se me ocurrió que esa puteada hiciera referencia a mi vieja, a quien él había querido mucho y de quien sólo le escuché decir cosas buenas. Más me jodía que me dijera cosas como "marmota". Eso era personal, yo era la marmota, pero lo otro no tenía ninguna relación conmigo. Como cuando decía "me cago en Dios". Era una puteada lanzada al espacio, ahí donde estaba ese mítico Manolo que lo escuchaba. Pero ojo, eso no quita que gritara y se le saltaran los ojos y casi, casi le saliera espuma por la boca.

Cuando me enojo mal mal mal, me sale putear. Mandar a la mierda, cagarme en todo. Y nada de esto significa mucho para mí. Es solamente la verbalización de mi bronca y mi impotencia. Peor me parece decir de alguien que es "un cretino" o "una buscona".

Muy linda la explicación, pero cuando me enojo mal mal mal, del otro lado puede haber una persona que no tiene por qué saber ni comprender que para mí las palabrotas no son el peor insulto, que ni siquiera son insultos. Hace unos días me pasó algo de esto y tuve conciencia, por primera vez, de que eso de haberme criado en un hogar en el que un señor me mandaba a la mierda a cada rato y por nada, no era gratuito ni tan chistoso.

Y que ya instalada en mis treinta, no puedo seguir echándole la culpa a mi crianza por mis defectos.

domingo, 21 de junio de 2009

Ineludible

No saben cuánto me gustaría poder escribir sobre otra cosa hoy, pero no. Odio el día del padre y me siento como la mierda cada año. No me resigno a que nunca, nunca, voy a tener a mi papá, a escuchar su voz, a saber cómo sería la disposición de sus arrugas y cómo iría encaneciendo. Hoy no hubiera podido pasar el día con otros padres con sus hijos, con otros hijos con sus padres. Me imaginé a Daniela, que tiene seis años, preguntándome por qué yo no lo pasaba con mi papá. Me imaginé respondiéndole que mi papá se murió y es mentira, no se murió, lo mataron. Pero no se le puede decir eso a una nena de seis años.

Más sobre esto mismo: acá y allá, en Montpellier.

jueves, 18 de junio de 2009

Domani

Con mi analista acuñamos la expresión "pensamiento anticipatorio" para referirnos a mi tendencia a pensar excesivamente en lo que pasará mañana. Esto tiene sus ventajas: puedo ser la reina de la logística. Y también sus desventajas, cuyo extremo han sido las relaciones de pareja en las que lo bueno estaba siempre por llegar.

En este momento de mi vida, trato de habitar más el aquí y ahora (no por nada escribo teatro). El exceso de planificación que en una época me caracterizaba, se me debe haber perdido en la mudanza, en el viaje o vaya uno a saber dónde.

Sin embargo, si algo importante está por suceder, sea bueno o malo, es en la anticipación donde alcanzo los picos de emoción.

Mañana, o domani, como diría mi abuelo, que no era tano pero al que igual se le pegaron estas palabritas, domani, decía, me dan el diploma que certifica mi calidad de Licenciada en Ciencia Política. Y juro. Porque después de cuatro años de trámites administrativos, no quería retirar el pelpa por ventanilla. Si mal no recuerdo, juro por la Patria. Había otras opciones, pero no me convencían. Varias con Dios, los Evangelios y todos los santos. Una que un lector desprevenido podría pensar que era mi elección segura: por la vigencia de la Constitución y los Derechos Humanos. Los DDHH me tienen hinchados los coquitos y la constitución, vamos, es una ley, aunque sea la más grosa de todas. Me sentiría demasiado alfonsinista piyándome por las instituciones. Lo siento por los deudos de Raúl Ricardo, que sé que hay varios que leen este blog. "Por mi honor" no estaba; se ve que los graduados de Sociales no tenemos tal cosa, o quizás el honor es concepto muy pequeñoburgués. Así que me incliné por la Patria. Al fin y al cabo, estudié esa carrera por mis viejos. Como muchos que los tienen vivos, por cierto. Necesitaba comprender los procesos históricos y políticos para poder pensar mi historia en esos términos, más impersonales, menos trágicos. Para poder pensar la política así, lejos del "fervor montonero" del que hablaba mi viejo en una carta suya que conservo. Siempre supe que era por esas razones. Por ellos.

Así que mañana juro por la Patria, por la de ellos, la que ellos quisieron, en nombre de la que murieron y quizás mataron también. Aunque ver escarapelas en la Semana de Mayo me haga correr un frío por la espalda, aunque el nacionalismo que brota en los mundiales de fútbol me dé miedo, aunque tenga ganas de vivir parte de mi tiempo en otro lugar porque este país y sus miserias me asfixian por momentos, juro por la Patria. Quizás me asfixia y me las quiero tomar porque me duele, aunque decir esto suene muy Sabato o muy Aguinis (otros dos no-amigos de la casa). Juro por la Patria porque entre una abstracción y otra, me quedo con ésta, que por lo menos me sabe familiar. Literalmente.

Tal vez mañana, cuando haya que decir "por la Patria", le agregue mentalmente un "socialista". O tal vez esté más preocupada porque se me bajan las medibachas (así decían mis abuelos, mientras las mamás cancheras decían "medias can-can") o porque me rasqué un ojo olvidándome de que me puse rímel, y nada de esto me importe demasiado. Por eso había que decirlo hoy. Porque en el pensamiento anticipatorio, eso que sucederá mañana, ya está sucediendo. Y mañana, mañana será otro día.

jueves, 11 de junio de 2009

Yuta yuta yuta

A mi abuelo la policía le daba mucho odio, por múltiples razones, todas ellas previsibles.

La carga de desprecio que le ponía a la palabrita "taquería" (comisaría) no tenía igual.

miércoles, 10 de junio de 2009

No corta de vista, no hipermétrope

Me estoy quedando chicata.

martes, 9 de junio de 2009

Sol

Cuando yo tenía trece años, las Abuelas de Plaza de Mayo publicaron un libro con textos míos y de Yamila Grandi.

No puedo no sentir vergüenza cuando releo ese libro. Pasaron casi veinte años y no consigo tomar distancia como para reírme o enternecerme. Aunque se trate del primer poema que escribí, a los ocho, igual lo juzgo como si fuera poesía y obviamente me parece cursi, obvio, etcétera.

Me abochorna especialmente un "prólogo" en el que hago un balance de mi vida, ¡a los trece! Pero en ese texto hay una frase final que desde hace un tiempo vuelve y vuelve, y no me pone colorada ni me da ternura, porque siento que ésa es yo:

"Hoy es sábado, salió el sol, estoy sentada frente a mi máquina de escribir y sigo soñando con ser escritora".

Después me olvidé y fui perito mercantil y politóloga y militonta full time.

Hoy, como ese día, es una tarde de invierno con sol y de pronto resulta que me dedico a esto, que estoy todo el día en casa escribiendo, que me duele el brazo derecho por culpa del cursor y que necesito una silla de oficina y no ésta vieja de mi tía Solita, petisa y con un resorte en el medio del culo, porque esto, escribir, es lo que hago.

domingo, 7 de junio de 2009

Me muerdo la cola

A veces me dan ganas de postear acá cosas que no tienen que ver con mi abuelo. Tengo ganas de escribir sobre la niña que fui, pero en anécdotas en las que mi abuelo participa poco o ni aparece.

Y a veces pienso que quizás este blog mute hacia un blog-diario íntimo, y no me parecería rara esta trayectoria.

A veces pienso demasiado en este blog. Me pregunto qué representa en mi escritura, cómo lo leerán aquellos que no me conocen, qué destino tendrá, si es que tiene alguno.

A veces pienso en llevar otro blog, otros blogs, y también que necesito salir a la calle.

"Usted puede sanar su vida escribiendo. Pregúnteme cómo".