viernes, 19 de diciembre de 2008

Revistas

Mi abuelo compraba el diario todas las mañanas en el kiosco de Cabildo y Sucre.

Bastó pedirle una vez que me compre la "Billiken", para que lo hiciera siempre. La revista llegaba a mis manos el día que salía.

Lo mismo pasó con "La Biblia para los niños", sus veinte fascículos sobre las Escrituras y los quince sobre las vidas de los santos. Una pena, porque hizo estragos en mi psiquismo.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Siguen los plagios

Así como hice que mi abuelo plagiara a Balá, en esta ocasión vamos a por Biondi.

Mi abuelo solía repetir mucho su "qué suerte pa' la desgracia".

Y la verdad que él era un gran afortunado en ese sentido. (Yo, hoy, me siento otro tanto).

lunes, 15 de diciembre de 2008

Post con arbolito

En mi casa no hubo arbolito de Navidad hasta que yo tuve nueve o diez años. No sé por qué pero intuyo que tiene relación con esto.

Pasábamos siempre las Fiestas en Olivos, en la casa de unos familiares de mi abuela. Ahí sí había arbolito, regalos, brindis y beso a las doce.

El arbolito apareció porque yo lo pedí. Aunque ya no creía en Papá Noel. Unos días antes de Navidad, fui con mi abuela materna a la Librería Rodríguez, que obviamente quedaba en la galería Gral. Belgrano (epicentro de la vida social de mi abuelo), elegí mi regalo y lo hice envolver; el 24 a la noche, me lo dejé en el árbol. Esa Navidad la íbamos a pasar en casa con mis tres abuelos. Raro. No estoy segura de que haya sido así, podría chequearlo con la abuela que me va quedando, pero me parece que no quiero.

A las doce, abrí el paquete: Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain. La primera novela que leería en mi vida, inaugurando un romance con mi género literario favorito (como lectora).

La pensé, la planeé, pero no la pasé bien.

Sigue siendo así. Haga lo que haga para las Fiestas, no la paso bien. En general me rajo, con lo cual sólo consigo pasarla mal en diferentes locaciones. Me da más rabia cada vez no tener familia. Casi que me dan envidia aquéllos que tienen que preocuparse por el clásico "los tuyos o los míos".

Para colmo el arbolito puto se arma el día del cumpleaños de mi vieja. Como ya expliqué, los desaparecidos cumplen años. Se dice "hoy mi vieja cumpliría cincuenta y seis". Y se agrega: "qué joven, ¿no?".

Por todo esto, las primeras guirnaldas que se ven por la calle me provocan una sensación que podría describir como si tuviera un trapo mojado en el pecho y alguien me lo estrujara con paciencia (o sadismo).

¿Esperaban algún remate que relacione este ataque antinavideño con la figura de mi abuelo? Olvídenlo. Mi abuelo está en la imagen de esa primera Navidad en casa, con árbol, pero no hizo ni dijo nada memorable. También está, bastante en pedo, en las postales mentales de las Fiestas en Olivos, donde creo que nadie lo quería.

Si tuviera un blog biográfico normal, y no éste extraño en el que hago pasar mi vida a través del recuerdo de mi abuelo, éste sería el típico post navideño. Muchos odiamos las Fiestas por diferentes motivos. Que el mío sea tanta muerte no me deja siquiera el consuelo de ser muy original.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Medida

Cuando algo estaba muy bueno, mi abuelo decía que estaba "un kilo" o "un kilo y dos pancitos".

sábado, 6 de diciembre de 2008

Hazte fan

Mi abuelo iba seguido al Hipódromo de Palermo (y volvía cantando: "Palermo, me tenés seco y enfermo"). Casi me atrevo a afirmar que eso sucedía todos los fines de semana, no recuerdo si sábado o domingo, y si no era así, ¿quién me desmiente?

Con menor frecuencia, era posible verlo en San Isidro, creo que para el Premio "Carlos Pellegrini". 

El otro día, de visita en La Plata, recordé que alguna vez su pasión burrera lo llevó hasta el hipódromo de esa ciudad. Eso, y no un clic en el facebook, es fanatizarse con algo.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Los chicos

Va un post relacionado con el anterior:


A la distancia, me doy cuenta de que a mi abuelo le gustaban mucho los chicos. Siempre decía que sí cuando yo proponía que Catalina almorzara en casa, o que viniera cualquier otro compañero a la salida de la escuela. No se ponía a jugar con nosotros y en apariencia no daba bola. Pero las visitas de adultos lo fastidiaban y la de los nenes, no.  Imagino que le gustaba sabernos ahí, correteando en el patio o cuchicheando sobre las muñecas en la piecita chica donde yo tenía mis juguetes, aunque no participara. O que le parecía bien que yo, que no tenía a mi hermano, tuviera muchos amigos, y fomentaba eso. 

A mi abuela también le gustaban los chicos, con locura. Pero este blog no es sobre ella. A ella ya le dediqué una obra de teatro, litros de agua salada y varios años de diván. 

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Dormir afuera

A mi abuelo le parecía mal que yo me quedara a dormir en la casa de una amiguita. No veía la necesidad ni la gracia. Mientras él vivió en casa, podía volver de la escuela con compañeros todos los días e invitarlos a comer, pero nunca nadie pasó la noche ahí. 


La primera vez que me quedé a dormir en lo de una amiga tenía diez años. Insistí hasta que mi abuela desautorizó a mi abuelo y me dejó. 

sábado, 29 de noviembre de 2008

Herencia

Cuando yo lo conocí, mi abuelo no tenía más rasgos de violencia que decirme "marmota" o correrme con la chancleta a velocidad caracol.

Pero cuenta la historia familiar que siempre lo fajó a mi viejo. A mi abuela le encantaba darme detalles del día en que el pequeño Josecito, que apenas caminaba, hizo no sé qué macana con una pava; ella estaba refugiada con el bebé en la casa de un vecino sin animarse a volver y evaluando hacer abandono del hogar conyugal para salvar la vida de su hijo. O esa vez que en el restorán se enojó con un mozo y le revoleó un sifón de soda, con mala puntería, por suerte.

Yo dudo de todas esas anécdotas de mi abuela. Seguramente hubo alguna historia con una pava en la casa de Caseros y otra con un sifón en el restorán, pero no sé si fueron para tanto. Claro que si mi abuelo pegaba, no importa si era mucho o poco. Pero el afán de mi abuela por relatarme todas esas cosas cuando yo era chica, me da mucho más que pensar que los hechos de violencia que relataba. Creo que le hubiera encantado poder contarme que el abuelo le pegaba a ella también, pero no, él jamás le puso un dedo encima.

Una anécdota sí se la creo y me conmueve. Un día, cuando mis abuelos todavía noviaban, él llegó al encuentro (¿a dónde saldrían esos dos?) con una venda en el dedo y mucha cara de compungido. Le explicó a mi abuela que se había cortado con un cuchillo, pero como pasaba el rato y seguía distraído y mal, mi abuela insistió y le contó la verdad. Se había discutido con su mamá y ella le había mordido el dedo. Mi abuelo tenía más de cuarenta años.

Mi bisabuela era una gallega muy violenta, física y verbalmente. Para cuando mi abuela los conoció, ya Raúl, el otro hijo, había muerto; el padre nunca pintó, tíos no había, así que madre e hijo estaban solos. Como si fuera una señora muy fina, la vieja le reprochaba al hijo que estuviera de novio con una "cabecita negra". Así, en la cara. En todo se metía y todo lo que él hacía estaba mal. Se peleaban, la vieja desaparecía por unos cuantos días, mi abuelo lloraba por los rincones, se amigaban, todo volvía a empezar. "Es mi vieja", decía mi abuelo.

Mi abuela, además de regodearse en las anécdotas que la mostraban aterrorizada por la violencia de mi abuelo, me explicó una vez que él había sido criado así, que no conocía otra manera de tratar a un niño. Fue cuando yo, imitándola, le dije que tenía miedo de que el abuelo me matara (porque me había tirado del pelo). Ahí sí, cuando yo me victimicé como ella, lo defendió.

Circula entre mi familia paterna la versión que vincula la violencia de mi abuelo sobre mi papá con su opción (la de mi papá) por la lucha armada. A mí eso me parece ignorante y mala leche. Sí es verdad que a los dieciocho, después de la enésima pelea, mi viejo se fue de casa y ya no volvió. En esa discusión, mi abuelo le levantó la mano y mi viejo se la frenó; "ya soy un hombre, te puedo responder y no quiero", le dijo, más o menos. Es cierto que pasó a vivir con compañeros de militancia, después en la clandestinidad, después rajando, hasta que la cacería terminó y lo agarraron. Pero también es cierto que mis viejos habían decidido que si algo les pasaba, querían que yo quedaba con mis abuelos paternos. Mi abuelo no les cuestionaba la militancia y adoraba a mi mamá; cuando mis viejos comenzaron a convivir, fue en la casa de mis abuelos.  Supongo que padre e hijo habían arreglado cuentas hacía rato. 

Mi abuelo, como mi papá seguramente se imaginaba, nunca me hizo daño. Creo que ésa fue su victoria mayor. Una victoria sobre sí mismo, sobre esa herencia de violencia que había recibido y que no había podido cortar con su hijo.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Para variar

Mi abuelo era una de esas personas que toman granadina con soda. No siempre, pero de vez en cuando una botellita de Cusenier aparecía.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

De las posibilidades de progreso de la clase media de antaño

A mi abuelo le importaba mucho mucho que yo estudiara. Y que hablase inglés

martes, 25 de noviembre de 2008

Canto loas / Confesiones

Leyendo blogs uno puede: 

- enamorarse,
- hacer amigos,
- presentar amigos.

Alabado sea Blogger. 

(No linkeo porque me da vergüenza, pero ustedes saben quiénes son). 

viernes, 21 de noviembre de 2008

Día del Lector Anónimo


Feliz día a todos aquellos lectores que pasan por este blog sin dejar huellas visibles.


Hoy, si quieren, tienen la oportunidad de salir del anonimato y comentar. Si no lo hacen, los voy a seguir queriendo igual, claro que con un cariño indiferenciado y abstracto. Piénsenlo. 

El Día del Lector Anónimo es una iniciativa del Capitán Intriga, Lake y jose

jueves, 20 de noviembre de 2008

Restos del "Carioca" (Parte II)

En "El Carioca", mis abuelos se ubicaron cada uno de un lado diferente del mostrador. Mi abuelo, al frente. No sé bien qué hacía, porque había mozos y había un adicionista. Hay una foto donde está con delantal claro (es en blanco y negro) y un repasador en el brazo, pero no me lo imagino atendiendo las mesas. No sé. A mi abuela le tocó el lado de atrás. Aprendió a cocinar (nunca había sido ama de casa, siempre comerciante) y era la ayudante de Ana María, la cocinera. 


Mi abuela había salido indemne del primer intento de mi abuelo por introducirla al arte culinario. El ejemplar del libro de Doña Petrona que le regala el primer año de casados, llegó hasta mí ajado de tanta mudanza, pero sin ninguna señal de haber sido leído. Ni una nota al margen, ni una esquinita doblada, nada. 

Pero en la cocina del "Carioca" por fin se curtió. 

Durante mi infancia, mi abuela nos cocinaba: matambre, vittel thoné, bocadillos de acelga, bombas de papa con jamón y queso, torrejas de arroz, tortilla de papa, pollo al oreganato a la crema, milanesas a la napolitana, bifes a la criolla, escalopes, mondongo, arroz a la cubana, vacío al horno con papas, filet de merluza a la Romana con rebozado de su propia factura, canelones a la Rossini con masa de panqueques, panqueques con dulce de leche, budín de pan y seguro que en estos días, con lo mal que estoy comiendo, me sigo acordando de más cosas. Pulpo a la gallega no hacía porque a ella no le gustaba y le daba impresión manipularlo (esa manía me la transmitió y después me pregunto qué tengo de ella). 

Parafraseando a Murphy, todo lo que podía salir aceitoso, salía aceitoso. Su cocina era muy de fonda, muy gallega. Y no tenía picardía para condimentar. Pero su vittel thoné era el mejor que comí en mi vida y sus canelones, su matambre y el pollo al oreganato rankean también alto en mis preferencias. 

Como conté en otro blog, hace unos meses me sorprendí haciendo sus mismas empanadas. Tengo la esperanza de que el milagro se repita con todos los otros platos que tampoco me enseñó a preparar. 

Ah, cierto que esto es deciamiabuelo. Entonces, agrego que desde que se internó mi abuelo, el menú básico se redujo a las milanesas, el bife, el pollo con diversas guarniciones, y esas fantasías como el guiso de mondongo se espaciaron cada vez más hasta quedar confinadas a las celebraciones o directamente desaparecer. ¿No estaré descubriendo justo ahora, después de más de ciento cincuenta posts, que mi abuela tenía gestos amorosos hacia mi abuelo? ¡Se me cae el blog! ¡Y el análisis!

Mejor me invento que lo hacía para mandarse la parte de esposa sufrida. Puf, menos mal que encontré otra explicación.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Restos del "Carioca" (Parte I)

Mis abuelos habían tenido restorán en los años '70. Lo habían llamado "El Carioca": la marca de café del mismo nombre les había dado algo importante a cambio, no recuerdo qué, pero tiene que haber sido la máquina de café o mucho café, muchas opciones más no hay. "El Carioca" quedaba en Austria y Berutti. Mis abuelos vivían a pocos metros de allí, en lo que fue el pico de su ascenso en la escala social. 


Después de vender el restorán, conservaron muchas cosas. La típica ensaladera individual de acero inoxidable; la bandeja oval del mismo material en la que todavía, en lugares como el Cervantes o San Cayetano, te sirven los canelones; un servilletero con resorte para esas servilletas de papel cuadradas, plegadas, que no absorben nada; ceniceros, también de metal (¡todo era de metal!) con marcas de cerveza; la cucharita para hacer papas "nosé", como decía mi abuela queriendo decir noisette. 

Algunas cosas se pusieron viejas y feas y mi abuela las tiró, cuando todavía gozaba del sentido del asco. Pero otras tantas cosas quedaron en su casa y vinieron a parar a la mía cuando ella murió. 

De a poco, en distintos ataques, el último muy reciente, fui tirando algunos utensilios al comprobar que no los usaba para nada (nunca necesito poner dos canelones al horno). Me encanta cuando voy a un restorán y me traen una ensalada mixta con cebolla en esas ensaladeras, pero no me dan ganas de seguir manteniendo el panteón del "Carioca" en mi casa. 

Me quedo con una de esas bandejas de acero inoxidable pero tamaño familiar (le doy seis meses para demostrarme su utilidad) y la carta del restorán "El Carioca", de Argentina Rojo. El resto, a la basura y a la memoria. 

viernes, 14 de noviembre de 2008

Café

Mi abuelo decía que en un bar o un restorán, la máquina de café es la gallina de los huevos de oro. 


jueves, 13 de noviembre de 2008

Acupuntura

Mi abuelo tenía la columna desviada y eso le traía muchos dolores de espalda y cuello. 


En una de sus tantas búsquedas místico-medicinales (que incluyeron los pastores evangélicos y Garrincha), mi abuelo dio con la acupuntura. 

El acupunturista al que íbamos, siempre los tres juntos porque no había con quién dejarme, tenía su consultorio en la loma del orto. Me acuerdo que tomábamos algo hasta el Club Comunicaciones y ahí el 111, o algo así. Y que siempre era de noche. 

El acupunturista era occidental. 

Mi abuelo se encerraba con él en un consultorio y durante un rato no podía verlo. Lo esperaba en la sala de espera mirando mis cartas de los Súper Héroes o me inventaba aventuras en otros consultorios en penumbras. No se oía nada, sólo algún susurro, pies pisando con delicadeza y finalmente una puerta que se abría. Ahí estaba mi abuelo, dormido sobre una camilla, en calzoncillos, lleno de agujas. Cuando despertaba me explicaba que no le dolía, que no sentía nada. Para mí era magia. 

El acupunturista me enseñó a hacerle un tipo de masaje que consistía en pasarlo los pulgares a los lados de la columna, desde la cintura hasta la nuca. Todas las noches le hacía ese masaje. Creo que mi abuela no quería tocarlo ni con un puntero láser*. 

Como con todo, un día decretó que la acupuntura no le hacía nada y no fuimos más. 

Asterisco: Sí, mi abuela veía el futuro y predijo la invención del puntero láser, ¿y qué?

lunes, 10 de noviembre de 2008

Pan

"Ya estás sacando pan del horno", me retaba mi abuelo cuando me veía escarbándome la nariz.

lunes, 3 de noviembre de 2008

De la confianza en las inmobiliarias

Cuando yo tenía diez años, mi abuela gestionó un crédito hipotecario para que nos pudiéramos comprar una casa. 


Salíamos a buscar departamento y a mi abuelo no le gustaba ninguno. Hasta que apareció uno, de tres ambientes (por fin yo iba a tener mi pieza propia), en un edificio del Hogar Obrero sobre Álvarez Jonte. Hubo un factor decisivo para que mi abuelo diera el ok: conocía a la gente de la inmobiliaria. No recuerdo de dónde, pero a pesar de que hacía muchos años que no los veía, le inspiraban confianza. Ahora que lo pienso, seguro que eran correligionarios. 

El dueño del departamento estaba de viaje en el sur y no venía, no venía, no venía. Se nos vencía el plazo del crédito, pedimos prórroga, el propietario seguía sin volver. Así que hubo que ir a la inmobiliaria y retirar la oferta. 

Se disparó el dólar y terminamos comprando un dos ambientes que empeoró notablemente nuestra calidad de vida. 

Obvio que para mi abuela la culpa fue de mi abuelo que se confió en esos conocidos de la inmobiliaria.  

Ah, de yapa, la última vez que fuimos a la inmobiliaria perdimos un paraguas que yo me había ganado en un sorteo de fin de año en una farmacia. De ese paraguas me acuerdo bien porque fue lo único que gané en mi vida. 

lunes, 27 de octubre de 2008

Grandes valores

Una obviedad:

Con mi abuelo veíamos "Grandes Valores del Tango". Todos los ¿miércoles? En fin, el día que fuere, no nos perdíamos ninguna emisión.

Sobre todos los cantores teníamos alguna apreciación crítica. Preferíamos a Guillermito Fernández por sobre Ricardito Marín y no nos equivocamos. ¿Dónde está Marín hoy? ¿Eh?

Otro ejemplo: Virginia Luque no nos gustaba; Beba Bidart, sí. Y así. 

Para mi abuelo, otro gran valor del tango podría haber sido mi baba (mi abuela materna). Le insistía para que concursara porque según él cantaba muy bien. Mi baba no se tomaba en serio lo del concurso, pero creo que se sentía halagada.

jueves, 23 de octubre de 2008

29

Como ya dije, no cualquier cosa del año del ñaupa rankea para deciamiabuelo


Por ejemplo, mi abuelo nunca hablaba de darle a alguien "un bollo", y sí "un ñoqui". 

domingo, 19 de octubre de 2008

De por qué era imposible acostarme en su cama

Si quería acostarme en la cama con mi abuelo (para mimosear un poco, porque yo siesta no dormía ni duermo), el problema no era que le pateaba las piernas. No, no. 


Le pateaba las canillas. 

jueves, 16 de octubre de 2008

Diminutivo dudoso

Mi abuelo no me decía "pilla", sino "pillina".

En este caso, no entiendo si el diminutivo atenúa el epíteto o lo empeora.

"Qué pillina que sos", ¿es peor o mejor que "qué pilla que sos"? ¿O es otra cosa?

sábado, 11 de octubre de 2008

Chacarita

El 6 de octubre, el lunes pasado, se cumplieron treinta años del secuestro de mis viejos. Unos días antes, pensé en un par de momentos en ir a algún lugar a dejar una flor. Y me sentía muy molesta conmigo misma porque no se me ocurría adónde. Hasta que me di cuenta de que justamente ése es el chiste de la desaparición forzada de personas. Plop.

Hoy, volviendo de un ensayo, pasé por el cementerio de la Chacarita y me tenté. Por primera vez desde la muerte de mi abuelo, en 1989, quise ir a visitarlo.

Mi abuelo no tiene tumba. No le importaban para nada los ritos fúnebres. Decía "mirá si van a estar gastando plata en algo que ni me voy a enterar", refiriéndose a cruces, flores, etc. Por eso, cumplido el plazo en tierra, sus huesos fueron a dar al osario general.

Pero está en Chacarita, eso lo sé.

Crucé esa plazoleta que todavía me parece nueva, pasé la entrada pintada de ese color salmón tan subido, tomé un camino al final del cual se divisaba el verde y atravesé las primeras bóvedas. Me senté en el pasto y me puse a observar los árboles, los pájaros, el cielo oscureciéndose cada vez más. Pensé en mis muertos: mi abuelo que descansa ahí, mi abuela que fue cremada ahí, mi amiga Mónica que también, mis viejos que no están en ningún lado.

Pensé largo en el teatro y en el amor, escuché unas canciones de Aristimuño que tenía en el mp3, vi pasar un cortejo de gente en auto que no parecía sentir ninguna pena. Y en un momento me avivé de que si era media tarde y estaba tan oscuro era porque se venía tormenta, así que me fui.

martes, 7 de octubre de 2008

Caída

"Me caigo y me levanto". 


La primera versión, la más eufemística, de lo que podía llegar a terminar en un rotundo "me cago en Dios", si el viejo se seguía engranando. 

miércoles, 1 de octubre de 2008

El Athos

Cuando iba a empezar el jardín de infantes, mi abuelo me llevó al que quedaba en la esquina de casa, el Athos Palma.

Me mostró la fachada, el patio, las aulas y, fundamental, los juegos. Me tiré por el tobogán, que me parecía anchísimo porque nos podíamos deslizar tres niños al mismo tiempo. (No sé por qué había otros chicos jugando. ¿Sería también colonia o yo habré comenzado tarde el año?)

Todo el tiempo mi abuelo me hizo sentir que me estaba enseñando las ventajas de ese jardín para que yo diera el veredicto, como decía el. Yo dije que sí, que me gustaba, que iba a ir ahí.

Y fui, muy contenta, creyendo que había sido mi elección.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Olor a abuelo

Un lector anónimo preguntó en el blog de Irma y Orlando a qué huelen ellos dos.

No me fue revelado. Pero en cambio les cuento que mi abuelo se perfumaba con colonia Old Spice y usaba gomina Lord Cheseline.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Sobre / apolillo

Dicen las malas lenguas que yo no me voy a dormir, sino que me quedo dormida.

En palabras de mi abuelo, me cuesta irme al sobre hasta que me apolillo por ahí.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Guindas

"No me rompas las guindas" = "No me rompas los coquitos" < "No me rompas las pelotas"

(En la gradación amenazante de mi abuelo).

lunes, 22 de septiembre de 2008

Pirotecnia

Mi abuelo se tiraba "cuetes". No "cohetes". Jamás diría que es la misma palabra.

Él decía "cuete", yo "pum", cuyo plural era "punes".

Lo que quería contar hoy, si se me permite este rapto de escatología, es que mi abuelo se tiraba unos cuetes notables. Con mucha erre: prrrrrrrrrrrrrrrr. Y diferentes notas en un mismo cuete. A cualquier hora del día y de la noche. Y sin olor. De hecho, me prevenía sobre el "sordo", como llamaba al cuete sin sonido, que según él era más hediondo. Sí, "sordo" y no "mudo". Así decía mi abuelo.

En resguardo de mi buen nombre y honor, me abstendré del remate ya clásico de este blog, en el que se establece una comparación entre abuelo y nieta.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Fiestas que no fueron


Esta foto debe estar cumpliendo treinta años en estos días. La sacó mi papá en el negocio que tenía en Martínez. Era una juguetería y cotillón y para fines de septiembre - comienzos de octubre, mi viejo había empezado a prepararse para las Fiestas.

Mi abuelo tiene en esta foto una cara de culo superlativa. Vivía malhumorado, pero no tanto.

No puedo dejar de sentir que hay algo premonitorio en esta foto.

A las Fiestas no llegamos. Mi viejo fue secuestrado del negocio el 6 de octubre de 1978, mi vieja y yo de casa ese mismo día. Todas las cosas que se ven en esta foto, fueron cargadas al día siguiente en un camión del Ejército. ¿Habrán sido vendidas o habrán adornado el arbolito de alguno represor?

Había una foto de mi viejo en ese mismo lugar, seguramente de ese mismo día. Había sido cortada, ya que al lado estaba un amigo de él, llamado Adrián, que durante mucho tiempo mis abuelos fantasearon que era su entregador (cualquiera). Era la última foto que había de mi papá, la foto donde estaba "de grande" (tenía 25 años), en colores y muy muy guapo.

Esa foto mi abuelo la perdió en su gira por los hospitales porteños. Siempre quería tener con él alguna imagen de su hijo. También perdió una foto carnet donde que estaba con bigotes, en la que me resultaba más extraño aún que siempre.

Igual en un punto me parece bien que mi abuelo perdiera esas fotos. Eran de él y las reclamó para sí hasta el final. Y de alguna manera, esta foto es para mí esas otras dos fotos que faltan.

martes, 16 de septiembre de 2008

Asentimiento

Mi abuelo de tano no tenía nada. Se llamaba José Manuel Perez, era hijo de gallegos, los amigos le decían "el gallego" y era bruto como Manolito, su papá y su hermano conscripto juntos.

Sin embargo, para asentir enfáticamente, decía "école" o "ecolecuá"*.

Asterico: Lo escribí por fonética ya que yo tampoco tengo ni un gen italiano. Se aceptan correcciones en los comentarios, pero googlear "école" me pareció raro.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Sonar

No por sabida vamos a dejar de postear esta expresión de mi abuelo:

"Te voy a hacer sonar".

Pertenece a la categoría "amenaza de castigo físico", castigo que nunca llegaba, recordémoslo, porque yo era mucho más rápida y ágil que mi septuageniario abuelo, que por otra parte nunca tenía verdaderas intenciones de fajarme.

Esta semana soñé que llevaba un conejito enfermo en una bolsa de plástico a la veterinaria, se me caía y hacía un ruido horrible, como de bolsa explotada, pero lo que explotaba era el conejo. ¿Será ésa la idea de "sonar"? ¿O ése es un caso muy extremo y la expresión se refiere sólo al ruido que hace una mano o una chancleta contra un cuerpo cuando se lo golpea?

domingo, 7 de septiembre de 2008

Cumpleblog

Hoy este blog cumple un año.

Hace un año, en una de mis primeras noches de recién separada, chequear la disponibilidad del nombre, elegir la plantilla y escribir las primeras entradas, me salvó la vida.

Hacía mucho tiempo, desde la primera vez que tuve internet en mi casa, que soñaba con lo que llamaba "la página del abuelo". Hubo un par de intentos fallidos, porque mi nerdismo no me alcanzaba para hacerla con la tecnología disponible. Y cuando empecé a bloguear, la tenía olvidada. Hasta esa noche en que necesitaba compañía y la encontré en el recuerdo de mi abuelo.

Nunca pensé que un día le iba a festejar su añito a este blog. Creía que las palabritas, las máximas y las anécdotas de mi abuelo iban a agotarse mucho antes. Tampoco me imaginé que los lectores lo iban a encontrar tierno o conmovedor. Si me preguntan, diría que es un blog chistoso, que a veces está en "esos días". Pero bueno, tendré que rendirme ante la evidencia de que soy una amorosa, nomás.

Quiero agradecer a los lectores más fieles que me hicieron sentir que escribía para alguien: Cata la morocha, Cata la rubia (personaje de muchas historias de este blog), mi primita Male, Juliana, el Jose, Juan, Fer, Silvia, Nadia. Algunos de ellos no comentan nunca, así que acá tienen una buena oportunidad para hacerlo y desearnos a mí, al abuelo, a este blog y a las multitudes que contengo:


¡Feliz cumpleblog!

sábado, 6 de septiembre de 2008

Abuelo en malla

Ayer fui a jugar al bowling. No jugaba al bowling desde la última vez que fui a Chapadmalal. Así que me acordé de las varias vacaciones que pasé ahí, en los hoteles estatales.

Las primeras vacaciones en Chapadmalal fueron insólitas: nos fuimos los cuatro, mis tres abuelos y yo. La convivencia entre los mayores fue bastante diplomática. Yo estaba feliz de que estuviéramos todos juntos.

Tengo varias fotos de mi abuelo en esas vacaciones. Una de ellas está bajo el vidrio de mi mesa de luz desde hace ocho años. Hoy pensé en esta foto:



Me intriga la mirada de mi abuelo. Y por qué no nos abraza, él que era tan demostrativo. Esa actitud de observarnos me llama mucho la atención. ¿Qué pensaría?

Párrafo aparte para la malla de mi abuelo, con su velerito estampado. Muy elegante.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Con todas las letras

Vamos a decirlo de una buena vez.

Mi abuelo tomaba. Mucho.

Tenía: una mujer que él adoraba sin ser correspondido; un hijo, una nuera y un nieto por nacer, desaparecidos; una nieta chiquita y huérfana a su cargo; un laburo parecido a la mendicidad; ningún ahorro después de haberse roto el culo toda la vida y haber llegado a tener un restorán en Austria y Berutti.

Lo peor que hacía era chupar, enchincharse con todo lo que se moviera y correrme con la chancleta.

¡Salud, abuelo!

martes, 2 de septiembre de 2008

Fuego

Cuando a alguien se le avecinaba una desgracia, o era mi abuelo el que lo amenazaba (porque mi abuelo era muy de enojarse y amenazar, aunque yo lo conocí a una edad en la que ya no asustaba a nadie), decía de esa persona: "Va a cagar fuego".

A mí esa frase me impresionaba mucho.

Está emparentada con "De algún culo va a salir sangre", más fatalista y por eso mismo menos potente.

Lector, ya lo sabés: no te metas conmigo o cagás fuego.

(Qué miedo, ¿no?)

sábado, 30 de agosto de 2008

Un juego pavo

- Diez de pan, diez de vino, diez de queso.
- Falta el fiambre.
- Ah, bueno, por eso: diez de fiambre, diez de vino, diez de pan.
- Falta el queso.
- Ah, bueno, por eso: diez de queso, diez de fiambre, diez de pan.
- Falta el vino.
- Ah, bueno, por eso: diez de vino, diez de fiambre, diez de queso.

Y así, eternamente.

Era un juego que había con mis abuelos. Se decía muy rápido, tipo trabalenguas. Uno hacía el personaje del que había mandado comprar las cosas y otro, el del che pibe.

Para mí había una gracia extra en hacer rimar "eso" y "queso". Y en no repetir el orden de los elementos.

Me encantaba. En cambio, el cuento de la buena pipa me parecía de lo más pelotudo.

viernes, 29 de agosto de 2008

Asombro tanguero

Mi abuelo no expresaba asombro diciendo "¿Qué me contás?"

Mi abuelo decía "¿Qué me Contursi?"

miércoles, 27 de agosto de 2008

Hablemos con propiedad

Ludópata no: timbero.

lunes, 25 de agosto de 2008

Nosotros dos

Posted by Picasa

Chinche

Mi abuelo no se enojaba. Se "enchinchaba".

Y cuando no se le pasaba, no era de rencoroso, no: era que todavía le duraba "la chinche".

miércoles, 20 de agosto de 2008

Abuelo universal

Cuando me dejaron en la casa de mis abuelos, yo sabía decir muy pocas cosas.

Entre esas pocas cosas que sabía decir, estaba "aelo". Abuelo. A mi abuela también le decía "aelo".

El abuelo fue siempre "el abuelo". Nunca "mi" abuelo (hasta este blog, no sé por qué), ni José (*). A lo sumo abue, o abu. "Vino a buscarme el abuelo", decía yo, como si fuera el abuelo universal.

Asterisco: esta modita de hoy de llamar a los abuelos por el nombre no nos gusta, señores, sépanlo.

martes, 19 de agosto de 2008

Chau pucho

Mi abuelo fumaba desde chico. Negros. Un día, el médico le dijo que si no dejaba el cigarrillo, se iba a morir. Mi abuelo volvió a la casa, sacó el atado del bolsillo, lo puso sobre la heladera y ahí lo dejó.

Todo esto fue antes de que yo naciera. Nunca lo vi fumar. Mi abuela sí fumaba, pero a él nunca lo vi tentado de darle una pitada a un pucho, como se decía en casa (jamás se decía "cigarrillo" ni ninguna otra palabra).

Tosía como nadie. Un asco. Pero no murió de ningún problema respiratorio. Ésa, por lo menos, la ganó.

sábado, 16 de agosto de 2008

Corona

Eso sobre mi cabeza no es una corona. Es la mano de mi abuelo.

Un link.

Excesiva

Mi abuelo decía que yo hacía "espamento".

La palabra no existe. Sí existe "aspaviento", que según la Real Academia Española es una "demostración excesiva o afectada de espanto, admiración o sentimiento".

El viejo derivaba de "espamento" el adjetivo "espamentosa", que según él me definía.

viernes, 15 de agosto de 2008

Aves

En casa no se decía "listo". Se decía "listo el pollo, pelada la gallina".

miércoles, 6 de agosto de 2008

Sus ojos se cerraron

Cuando pasaba algo que mi abuelo intuía que me iba a hacer encular (un capricho insatisfecho, un reto), el viejo comenzaba a entonar del tango "Sus ojos se cerraron" aquel verso que dice "yo sé que ahora vendrán caras extrañas".

La letra hace referencia a las personas que vendrán a darle el pésame al protagonista de la historia, a quien se le acaba de morir su amada. O sea, nada que ver con nada. Pero él cantaba sólo ese verso.

Tardé mucho en entender el chiste. Un chiste con él mismo que nadie le festejaba. Él tampoco se reía.

Creo que es uno de los pocos indicios de un cierto sentido del humor que le recuerdo.

Anteanoche escuché este tango en la radio y no podía parar de sonreírme sola. Cantarle "yo sé que ahora vendrán caras extrañas" a una nena enojada, es muy gracioso.

domingo, 3 de agosto de 2008

Chafa

Algo berreta era algo "chafa" (adjetivo) o una "chafalonería" (sustantivo).

viernes, 1 de agosto de 2008

Un no-post

A veces pienso que se me acabaron los dichos y las anécdotas de mi abuelo.

Cuando empecé este blog, hace ya unos once meses, posteaba cada tres o cuatro días, porque creía que si lo hacía a diario, en pocas semanas se me iba a agotar el material.

No sabía que tenía tantos recuerdos. No salgo de mi asombro. Lo digo una vez más (lo dice la barra de acá al lado, creo): yo tenía doce años recién cumplidos cuando mi abuelo murió. Hace de eso casi veinte años.

Hoy es de esos días en los que creo que nunca más voy a poder postear nada. ¿"Escorchar"? Ya está. ¿"Marmota"? Ya está. Me pongo triste. Lo dejo por unos días. Y de pronto, charlando, tranquila, empiezo a hablar como mi abuelo, como se hablaba en la casa de mi infancia, como la niña-vieja que fui, ¿que soy?

Y este blog vuelve a arrancar.

sábado, 26 de julio de 2008

Luces


Mi abuelo tenía una obsesión con las luces de la casa.

Si estábamos en una habitación, las luces de todas las demás debían estar apagadas. Obviamente, yo siempre me olvidaba las luces encendidas cuando abandonaba un cuarto. Obviamente, primero venía el pedido y después de mi tercer "ya voy", venía la puteada.

A veces me rebelo y salgo de mi pieza dejando la luz prendida. A veces, pienso que era una maña ahorrativa e incluso ecológica, entonces apago todo. Pero nunca, ni cuando le desobedezco ni cuando le hago caso, dejo de pensar en él.

Creo que es la manera más persistente que tengo que recordarlo. La más involuntaria, la más cotidiana.

miércoles, 23 de julio de 2008

Chanchos

En casa, cuando algo estaba muy caliente, se decía: "esto está que pela chanchos". No "que pela" a secas, "que pela chanchos".

Alguna vez pregunté por qué y recibí una respuesta que incluía detalles escabrosos del despellejamiento de los porcinos. Te los ahorro, querido lector.

martes, 22 de julio de 2008

Bah bah bah

Cuando le decía a mi abuelo algo que le sonaba a cuento o a exageración, me ahuyentaba cual mosca con un movimiento de mano y un "bah bah bah" que tapaba mi discurso.

Era tan despectivo que me jodía mucho más que cuando me retaba, porque entonces, al menos, acaparaba su atención.

Hija única de mis abuelos, qué niña insoportable debo haber sido.

lunes, 21 de julio de 2008

Grupo

La palabra "engrupir" la conocemos todos, ¿no?

Pero hoy recordé que cuando le actuaba a mi abuelo más enojo u ofensa de los que realmente sentía, él me decía que eso era "puro grupo".

Decirle "grupo" a mis accesos de histrionismo me llama la atención. ¿Grupo de qué? ¿Cuál puede ser el origen de este término lunfardo?

No sueñen con que este blog responda tal pregunta. Para eso está el diccionario de lunfardo del comisario retirado no sé cuánto, especializado en las raíces delictivas del argot porteño, que no pienso linkear.

sábado, 19 de julio de 2008

Cumpleaños doble

Mis abuelos cumplían años los dos el mismo día, el 19 de julio.

Ese mismo día, en 1952, se casaron. Le atribuyo la idea a mi abuelo, porque no me imagino a mi abuela teniendo esa iniciativa tan romántica.

Éramos un hogar de cancerianos. No sé qué implica eso, pero lo éramos.

Asterisco: Los muertos no cumplen años. No me sale pensar cuántos años cumplirían hoy mis abuelos. Los desaparecidos sí cumplen años. Tampoco sé por qué. Hoy no sé nada.

jueves, 17 de julio de 2008

Y enseguida volvemos

En casa no se decía "tanda", ni "corte comercial", sino "la propaganda".

Digan si en tiempos de tanta publicidad viral, no tradicional (ahí me quedé un poquito en el tiempo, ¿no?), etc., no suena esclarecedor hablar de una de "la propaganda".

martes, 15 de julio de 2008

Coquitos

"Canejo" por "carajo"...

"Que lo tiró" por "que lo parió"...

La lista de eufemismos para un primer nivel de reto es inagotable.

También estaba "no hinchés los coquitos" que muy rápidamente se convertía en el más contundente "dejame de romper las pelotas".

sábado, 12 de julio de 2008

Un sueño

Soñé con mi abuelo.

El tema del sueño era bastante bajón, pero yo no sentía nada de angustia.

Tenía que organizar el velorio de mi abuela que acababa de morir (mi abuela falleció hace casi tres años). Iba entonces "a casa", pero el lugar no era ninguna de las casas en las que viví ni ninguna otra reconocible. Iba con el Jose. En el dormitorio, en la cama matrimonial, estaba acostado mi abuelo, que estaba enfermo. Estaba boca abajo y al revés, con los pies en la parte de la cabecera y la cabeza hacia afuera, como si le fueran a dar un masaje.

Yo me sentaba en la cama muy confianzuda, como si lo hubiera visto por último vez ayer. Le daba besos, le hacía mimos y los presentaba con el Jose, pero en lugar de señalarlos y decirles "José, José", decía "los tocayos".

Después me iba a buscar el ataúd para mi abuela y decidía velarla a cajón cerrado para que no la maquillaran ni le hicieran nada.

Por más que suene raro, me desperté muy contenta, llena de imágenes de mi abuelo. Su voz, sus manos, su boca, su pelada, todo tan vívido, que fue como verlo un ratito. Además me gustó mostrarle al Jose.

Qué groso es soñar.

viernes, 11 de julio de 2008

Foto felices


¿Es necesario el epígrafe que diga que esta foto fue tomada en el Tigre?

Asterisco: Tengo escáner.

Acerca de la trasmisión generacional del modo de lavarse la cara

Para lavarse la cara, mi abuelo hacía un cuenco con las dos manos, metía la cara ahí y soplaba, supongo que por la nariz para que no le entrara agua, al estilo nadador.

Hacía un ruido muy gracioso y salpicaba. Yo lo espiaba y me reía siempre.

En esa época, yo me lavaba la cara a lo gatito. Con una sola mano mojada, me refregaba los ojos nada más. Si hubiera encontrado una manera de limpiarme las lagañas sin mojarme las manos, la habría implementado.

Hoy, que tengo treinta y uno y ya uso jabón especial, cremas, etc., me sorprendo lavándome la cara como mi abuelo.

martes, 8 de julio de 2008

Más eufemismos

"Canejo" por "carajo".

Va un ejemplo.

ABUELO (desde el comedor): Mária, lavate las manos que está la comida.

YO (desde la piecita chica, la de servicio): Ya voy.

ABUELO (al rato): Lavate las manos y vení, ¡canejo!

YO: ¡Ya voy!

ABUELO (más tarde aún): ¡Te dije que vengas, carajo, qué chica!

O sea, la gradación es nada - canejo - carajo.

Otro servicio más de deciamiabuelo para ampliar el voculario exigüe de nuestra juventud. Don't mention it.

lunes, 7 de julio de 2008

Digresión lluviosa

En el departamento de Obligado y Sucre donde vivía con mis abuelos, era fácil saber apenas me despertaba si llovía.

Era una planta baja y nuestro dormitorio, el de los tres (un psicólogo a la derecha, por favor), tenía ventana a la calle.

Los autos pasaban patinando sobre el pavimento con un sonido muy reconocible, aun entre las brumas del sueño y Radio Rivadavia.

No tengo ninguna anécdota en especial sobre la lluvia y mi abuelo, pero en este día gris quería escribir sobre esas lluvias de mi infancia.

jueves, 3 de julio de 2008

Gallinas

Ayer fui consultada por alguna expresión que fuera similar a madrugar, pero para acostarse, no para levantarse.

¡Y claro que la hay!

"Acostarse con las gallinas", que se ve que se acuestan bien temprano.

No se la recuerdo especialmente a mi abuelo, era una expresión corriente en casa, pero es muy para este blog.

miércoles, 2 de julio de 2008

DEA

Si yo le pedía encaprichadamente alguna cosa a mi abuela materna, recuerdo que mi abuelo le decía "no le dea, señora, no le dea".

Del verbo "dar".

Nada que ver con la agencia antidrogas estadounidense.

lunes, 30 de junio de 2008

Palanca

Cuando alguien podía gestionar cosas por fuera de los caminos formales, mi abuelo decía que "tenía palanca".

También existía el verbo "apalancar".

Doy ejemplos. Cuando nos íbamos de vacaciones a los hoteles estatales de Chapadmalal, era porque alguien del comité tenía palanca en la oficina que determinaba qué postulantes iban y en qué quincena.

(También hubo palanca para conseguir un geriátrico para mi abuelo, pero este ejemplo es medio bajón, mejor nos quedamos con el otro).

La imagen de la palanca es muy gráfica. Considero muy lograda esta palabrita.

sábado, 28 de junio de 2008

Cumpleaños

Si algo no entendía mi abuelo, eran los ataques de mal humor y llanto que me agarraban en mis fiestas de cumpleaños.

En lugar de un simple "ya está, ya pasó, todo va a estar bien", se enojaba conmigo, yo me ofendía con él y entrábamos así en la conocida espiral descendente hacia nuestro peor infierno compartido.

Hoy es mi cumple.

miércoles, 25 de junio de 2008

Besuquero

Mi abuelo daba besos de buenos días, de buenas noches y cada vez que entraba o salía de casa.

Antes y después, se la pasaba puteando.

Mi abuelo era un mimoso de incógnito.

lunes, 23 de junio de 2008

Regalo de cumpleaños

Amanda, una amiga de mis abuelos que vivió un tiempo en casa, le había regalado al viejo una corbata.

La corbata era al mismo tiempo amarillo patito y dorada. Un dorado patito, que no es lo mismo que un patito dorado (malísimo el chiste). Tenía además unos dibujitos geométicos bordados.

(No, no soy tan "Funes el memorioso", tengo fotos).

A mí me volvía loca esa corbata y le vivía preguntando a mi abuelo cuándo se la iba a poner. Hasta que me confesó que no le gustaba. Yo, imperturbable, trataba de hacerle ver lo copada que era, sin éxito.

Para un cumpleaños mío, le pedí como único regalo que se la pusiera. Y el viejo, que no tenía ningún sentido del humor que le permitiera sortear el ridículo, se la puso.

En breve cumplo años. Treinta y uno. Me pregunto qué regalo le pediría a mi abuelo si lo tuviera hoy acá.

(Acá la bloguera piensa, se toma la barbilla, traga saliva porque la pena se le atraganta, espía por encima de la pantalla de la notebook a su chico que trabaja en la otra máquina, se ceba un mate lavado y sigue).

No a él, pero pediría como regalo soñar que me despierto el día de mi cumple número 31 con la voz de Héctor Larrea en la radio. Mi abuelo está en la cocina de mi casa, con la pava al fuego. Me da un beso de buenos días y me dice "Mária". Nos ponemos a matear, él con azúcar, yo sin. Charlamos como nunca pudimos. Y le pregunto sobre aquellas cosas de las que no hablaba: su papá, su hermano, la cárcel.

Le pregunto por mi viejo. Le pregunto por el día que los milicos lo fajaron por no cantar su dirección. Le pregunto por el día que me recibieron.

Le pregunto si es cierto lo que creo, que fui la gran revancha amorosa de su vida. Me contesta que sí.

Y me dice una vez más "Mária". Y me despierto.

¿Podrá ser ese regalo? Es un sueño nomás. Es gratis. Como ponerse una corbata.

viernes, 20 de junio de 2008

Merengue

Mi abuelo no diría que su nieta está movilizada ni confundida.

Diría que tengo flor de merengue.

miércoles, 18 de junio de 2008

Raúl

Así se llamaba el hermano de mi abuelo.

Creo que era más chico. Y que no tenía segundo nombre. Pero no estoy segura.

Murió de tuberculosis en el Hospital Tornú, no recuerdo bien a qué edad, me parece que entre los treinta y los cuarenta años.

Según mi abuela, "era un bohemio". "Andaba en la noche, con artistas". Mi abuelo no hablaba de él. El motivo está claro para mí: le dolía demasiado.

Cuando a mi abuelo lo internaron en el Hospital Tornú, estaba furioso / aterrado. Pensaba que seguía siendo "de infecciosos" y estaba bastante sugestionado con que él también se iba a morir ahí (no pasó).

Alguna de las fotos de joven que tengo de mi abuelo, es en realidad de Raúl. No sé cuál, pero eso lo sé.

martes, 17 de junio de 2008

Merienda

Mi abuelo trabajaba de tarde, vendiendo tarjetas de estacionamiento, como sabe cualquier lector asiduo de este blog. Así que meriendas compartidas no había.

Yo volvía de la escuela, generalmente con mi amiga Catalina, y tomábamos la leche con Toddy con alguna galletita, supongo. Mi abuela nunca fue muy repostera.

Ahora que lo pienso, a mi abuelo tampoco lo perdían los dulces. Se ve que lo mío es genético y no ambiental.

La única cosa dulce que recuerdo asociada a mi abuelo, son los cañoncitos con dulce de leche que me compraba en la panadería "El Cañón". Sí, cañoncitos de "El Cañón". Pero eso era de mañana, cuando yo lo acompañaba a buscar pan.

Este post es en adhesión al evento La Batalla de las Meriendas, cuyo espíritu me pareció muy afín al de este blog, aunque ahora, escribiendo, venga a descubrir que no tengo ningún plato típico de mi abuelo para convidarles. Ni siquiera puedo llevar cañoncitos comprados porque "El Cañón" es ahora un negocio de ropa. Sigo pensando...

lunes, 16 de junio de 2008

Padre

En la función del domingo de Ábaco, sobre el final, cuando la música afloja todo, desde la cabina, muy bajito, les dije a los dos:

"Esta función es para vos, papá. Y para vos, abuelo, que eras lo más".

Ése fue mi día del padre.

domingo, 8 de junio de 2008

Escolazo

Mi abuelo no era aficionado a los juegos de azar ni mucho menos ludópata.

A mi abuelo le tiraba el escolazo.

jueves, 5 de junio de 2008

Fe de erratas

Donde dice aquí al lado, en la mini biografía de mi abuelo, que el susodicho "estuvo preso", debió decir que estuvo "en gayola", "engayolado" o "a la sombra".

Nota al pie: la imagen corresponde al Manneken Pis, la estatua de un niño meón que es ícono de la ciudad de Bruselas, desconocida por mi abuelo, amada por mí (la ciudad, no la estatua, la estatua me parece una porquería).

martes, 3 de junio de 2008

El amor es así

"Tener un metejón". "Estar metejoneado".

Así se le decía al enamoramiento en casa.

No puedo jurar que la expresión fuera exclusiva de mi abuelo, pero si había alguien en esa pareja que creía en el amor, era él y no ella.

domingo, 1 de junio de 2008

¡Qué paqueta!

Había cosas para usar todos los días y cosas "para paquetear". Cosas que me hacían lucir "paqueta". Hoy diría producida.

Por ejemplo: las guillerminas de charol rojo que compramos en la zapatería de Juramento y Cabildo. Esa compra fue en sí toda una salida. Fuimos los tres juntos (era raro que hiciéramos algo los tres juntos) un sábado a la mañana.

Tan especial fue, que debemos haber ido con ropa para paquetear. Estoy segura.

Nota al pie: Claro que los zapatos de la foto no son aquéllos, pero ya bastante satisfecha me siento de haber encontrado una imagen de guillerminas rojas.

Nota al pie de la nota al pie: Cómo me está gustando de pronto autocomentarme en pequeño en el cuerpo del post.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Artista

Si yo exageraba un poco el dramatismo de alguna situación, mi abuelo decía de mí: "¡Qué artista!"

Hoy, estoy segura de que lo diría literalmente.

Gracias, abue, por tanta confianza que pusiste en mí.

¿Artista? Leé más en abacoteatro.blogspot.com.

sábado, 17 de mayo de 2008

No abandonar

Mi abuelo estaba en el geriátrico donde hubo que internarlo ya que necesitaba atención las 24 horas. Mi abuela iba a visitarlo todos los días y yo, los sábados y domingos (era época de clases).

Un día, después de almorzar en el comedor, mi abuelo le pidió algo de la pieza a mi abuela. Cuando nos quedamos a solas me dijo: "no la abandones nunca a la viejita".

Yo entendí que estaba dejando algunas cosas en orden antes de partir y le hice todas las promesas que él quería. Murió pocas semanas después.

Me fui de la casa de mi abuela a los dieciocho años. En ese sentido, en el más superficial, falté a mi promesa.

El 25 de mayo estreno una obra de teatro que se llama Ábaco. Hay mucho de la relación con mi abuela en esa pieza. Relación contradictoria, de amor y odio. En estos últimos días de ensayo, me acuerdo de este pedido de mi abuelo ("no la abandones nunca a la viejita") y me pregunto qué es abandonar a alguien.

Escribí una obra que cuenta parte de su historia, que la muestra compleja como era, que no es más que un reclamo de afecto de principio a fin. Mi abuela ya no está, pero yo siento de pronto que no abandonarla es esto.

Guardarla en la memoria y a la vez, compartirla.

Como hago con mi abuelo desde hace ocho meses en este blog.

jueves, 15 de mayo de 2008

Otro insulto soft

"¡Qué lo tiró de las patas!"

(¿A quién? ¿Al nenito de "qué lo parió al nenito"? ¿Venía de culo y la partera lo sacó "de las patas"? No entiendo).

lunes, 12 de mayo de 2008

Suerte

"Qué tarro" por "qué suerte".

Versión ATP de "qué ojete".

miércoles, 7 de mayo de 2008

Chau, Spinelli

Cuando mi abuelo decía "chau Pinela", yo pensaba en Spinelli.

Spinelli era un personaje del que yo escuchaba hablar, pero al que no conocí hasta después de la muerte de mi abuelo.

Había sido el adicionista (nunca lo llamaron de otro modo, nunca le escuché ese término a nadie más) del restorán "El Carioca", que mis abuelos tuvieron en la década del '70 en Austria y Berutti.

Spinelli resultó ser un señor muy gordo que trabajaba en algo impositivo de la municipalidad cuando mi abuela fue a hablar con él, seguramente para pedirle algo.

Su nombre está en la agenda de mi abuelo, escrito por su mano temblorosa, pero a pesar de eso y de tanto hablar de él y contarme anécdotas, no recuerdo que lo haya llamado ni visto jamás.

¿Pinela sería alguien? ¿Sería "chau, Pinela"? En todo caso, para mí este Pinela era tan mítico como Spinelli, este amigo tan cercano que mi abuelo no frecuentaba.

domingo, 4 de mayo de 2008

Mujer

Mi abuelo murió cuando yo recién cumplía los doce años.

Tres meses después de su muerte, bailando un lento, un chico me daba mi primer beso.

Un año después de su muerte, me compré un corpiño, aunque no lo necesitaba.

Y recién un año y medio después de su muerte "me hice señorita", que es como lo hubiera dicho él.

El otro día pensé que si hubiera tenido más tiempo a mi abuelo, me habría resultado más fácil ser mujer.

No tengo argumentos para fundamentarlo, pero es así.

sábado, 26 de abril de 2008

Estrellas

"Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados" era un dicho que sólo le escuché a mi abuelo.

Yo no entendía bien la diferencia entre unos y otros. Justo yo, que tan claramente pertenezco al bando de los estrellados.

En mi imaginación, todos, los con estrella y los estrellados, eran una suerte de Rainbow Brite.

Hoy, que estrellada y todo me siento más Rainbow Brite que nunca, creo que no andaba tan errada.

miércoles, 23 de abril de 2008

No dijo nada

Se había puesto de moda en mi escuela la jodita de ir tocando al otro diciendo "River - Boca - Cancha - Pelota".

"River" era en la frente (?).

"Boca" en la ídem.

"Cancha" en la panza (otro "?").

Y "Pelota", en las pelotas, claro.

Se lo hice a mi abuelo mientras atravesábamos la Galería Plaza Belgrano, en dirección escuela - casa, al mediodía.

No puedo borrar la mirada que me dedicó cuando le toqué la bragueta: había en ella sorpresa, estupor, incredulidad.

No se enojó, que era su reacción ante el 99% de los estímulos. Ni dijo nada. Yo me quedé con una sonrisa tonta prendida en los labios y la risa sin explotar.

lunes, 21 de abril de 2008

No me hagás

"No me hagás renegar", me decía cuando yo estaba a punto de acometer alguna travesura.

Esta expresión aparecía en lo que podríamos llamar la fase 1 de la amenaza, caracterizada por la ausencia de improperios.

Fase breve, por cierto.

Comer

"Enfermo que come no se muere", decía mi abuelo, que estuvo más de un año yirando en diversos hospitales e instituciones geriátricas, comiendo sin hambre ni ganas de nada.

Aplica a la resaca. De nada por este servicio a la comunidad.

miércoles, 16 de abril de 2008

Trapos

Mucho antes de que los trapos me remitieran a las banderas que se cuelgan en los estadios (cosa que, como soy chica, sucedió a partir del "rock chabón" y no del fútbol), hubo otros trapos. Va con ejemplos, como en un buen diccionario.

"Pasar el trapo": batir a alguien, ganarle. Es evidente que la expresión habla del trapo de piso. El vencido está caído y uno le pasa el trapo por encima. Ejemplo: "Le pasé al trapo al abuelo en la generala".

"A todo trapo": con todo. Estos trapos pueden ser la ropa, ¿no? Uno se pone lo mejor que tiene. Ejemplo: ...

Cric. Cric.

No recuerdo nada que hayamos hecho a todo trapo en mi infancia.

Me deprimí.

lunes, 14 de abril de 2008

La pomada buena

"Estar en la pomada": tenerla clara en algo o estar bien ubicado en alguna parte.

Tiene una connotación más que positiva, inmejorable, contrariamente a "estar hecho pomada", que es una cosa malísima.

La conclusión es que la pomada es un lugar en el conviene estar, pero un material en el que no es bueno convertirse.

sábado, 12 de abril de 2008

La pomada mala

Hoy me levanté, sentí algunos dolores que en seguida diagnostiqué como de reuma precoz y sentencié:

"Estoy hecha pomada".

Qué despertar tan de mi abuelo.

jueves, 10 de abril de 2008

Final

Mi abuelo no decía "al final". Decía "a la final", en femenino.

Cualquier asociación con el programa "Finalísima", el cantito "los dos a la final" u otra cosa de Canal 9 Libertad, corre por cuenta del lector. El fanatismo de mi abuelo por el canal de la palomita no lo explica todo.

Nota al pie: me auto-robo de mis propios comentarios, lo cual es fiel reflejo de cómo surgen estos posts en mi vida diaria.

miércoles, 9 de abril de 2008

Pido premio

"Hacer la porquería" por fornicar: pido el Decíamiabuelo de Oro para esta expresión.

sábado, 5 de abril de 2008

¡Metele!

"Metele que son pastele'".

Eso me decía para que le imprimiera velocidad a algo, pero bien, no enojado. Para entusiasmarme, para animarme.

Me suena a eslogan de antigua propaganda de radio, ¿no? La voz engolada de un locutor que arruina la rima consonante para pronunciar correctamente "pasteles".

Hoy es una hermosa tarde, más veraniega que otoñal, y me sale invitar al mundo al sol como cuando mi abuelo me apuraba para salir de casa al grito de "¡Mária, metele que son pastele'!"

jueves, 3 de abril de 2008

Cariñoso

"La viejita". Así le decía mi abuelo a mi abuela.

Cuando él murió, ella tenía sesenta y seis años. De "viejita" no tenia más que el mote cariñoso.

Ella, por su parte, no tenía ningún apodo para él.

lunes, 31 de marzo de 2008

Él sabía

Mi abuelo fue la única persona que me regaló Barbies.

Mi abuela materna me regalaba libros. Mi abuela paterna, nada.

Las Barbies se las regalaban en la juguetería de la Galería Belgrano, como pago porque mi abuelo no los hacía comprar tarjetas de estacionamiento para descargar la mercadería.

Tuve una Barbie Trenzas, con el aparato trenzador, y una Barbie Cocktail, mi preferida.

El viejo sabía algo. Sin duda.

jueves, 27 de marzo de 2008

Obvio

Mi abuelo no iba a las carreras, ni era fanático del turf.

Mi abuelo iba a los burros. Era burrero.

Era obvio, pero en algún momento había que decirlo.

La otra Patricia

Patricia se llama la mamá de Catalina, mi amiga de la infancia.

Patricia se llamaba también mi mamá.

Catalina venía a almorzar a casa casi todos los días y también muy seguido venía a jugar a la salida de la escuela. A la tardecita, su mamá venía a buscarla. Y era muy raro que mi abuelo la dejara partir así nomás. Que picada, que vinito, que charla...

Mi abuelo la quería especialmente. Por ella misma, claro, pero sospecho que también porque se llamaba como mi mamá y tenía su misma edad y veía en ella la madre que habría sido si la hubiesen dejado.

domingo, 23 de marzo de 2008

Confesión

El otro día pasé frente a la Iglesia Redonda de Belgrano y vi que se desarrollaba en la plaza vecina una suerte de confesión masiva: sentados en sillas de plásticos, varias parejas de curas y penitentes, a distancia prudencial, hacían lo suyo.

Eso me recordó mis confesiones durante mi breve período de fe católica.

Me confesaba con el Padre Horacio, el párroco, que me conocía y conocía bien a mi familia. Y mi pecado era siempre el mismo: "Me peleé con mi abuelo".

La Pascua me pareció una ocasión propicia para este post. Que la paz del Señor esté con vosotros.

martes, 18 de marzo de 2008

Afeites

Mi abuelo se afeitaba a veces con una maquinita muy antigua para la que había que comprar la hoja suelta, y a veces con la afeitadora eléctrica.

A mí me encantaba espiarlo.

Me daba un poco de miedo con la cara llena de espuma, como si de pronto fuera otro.

En cambio, cuando usaba la afeitadora eléctrica, era una fiesta. En esas ocasiones, no sé por qué, estaba mejor visto que le abriera la puerta del baño y lo observara. Quizás la espuma, el agua, la toalla y todo eso que involucraba la otra forma de afeitarse, le sonaba más a desnudez y por eso se ponía más púdico.

Entonces me quedaba al lado de él mientras se afeitaba y jugábamos a que me iba a atacar con la máquina eléctrica. Me amenazaba con tocarme el brazo y yo salía corriendo y gritando.

Después, se ponía loción "Old Spice" y salía al mundo suave y perfumado. A mí me llenaba de orgullo tener un abuelo tan limpio y prolijo.

(Con su maquinita, la que llevaba la hoja descartable, años después me afeité los primeros pelitos de la axila. La eléctrica, en cambio, mi abuela la regaló o la tiró, como casi todo).

sábado, 15 de marzo de 2008

Una amenaza más y van...

También me decía: "Te voy a fajar".

Como ya se dijo, lo más lejos que llegó fue a zarandearme una vez del pelo.

La amenaza practicada como deporte se volvía bien poco efectiva, a juzgar por la frecuencia y variedad que debía emplear.

viernes, 14 de marzo de 2008

La picada

Mi abuelo volvía de trabajar a eso de las 18. Era muy frecuente que antes de la cena, saliera una picada (y eso que en casa, en vida de mi abuelo, se cenaba muy temprano, tipo 20 hs.)

La picada consistía en: jamón cocido y queso de máquina en rollitos, berenjenas en escabeche, aceitunas negras, aceitunas verdes, sardinas y mucho pan. Esto era invariable.

Todo regado con vino con soda o algún aperitivo tipo Gancia.

Las berenjenas las hacía mi abuela (muy aceitosas, mi abuela en general cocinaba con mucho aceite, tipo cocina española). Y las aceitunas las compraba en un negocio de la calle Pampa que todavía existe, a la vuelta de San Cayetano.

Solían ser convidados a la picada: Patricia la mamá de mi amiguita Catalina cuando la iba a buscar (más que invitada era compelida), Ricardo el vecino del segundo piso, Burrone si se rompía el televisor.

La presentación corría por cuenta de mi abuela. Mi abuela, dicho sea de paso, no se sentaba a picar con él. Yo sí, por las aceitunas verdes. Y por estar con él, claro.

martes, 11 de marzo de 2008

Desafío

Contrera.

Eso soy, en palabras de mi abuelo.

También decía de mí: "Si no la gana, la empata".

O sea, polemista y seguidora. Discútanme si son machos.

sábado, 8 de marzo de 2008

¿Se la alcanza?

"Correr la coneja" era una expresión de mi abuelo para la que tuve que pedirle explicación. Estaba segura de que no tenía nada que ver con pequeños animalitos en fuga, pero no lograba sacarla por contexto.

Mi abuelo me explicó que "correr la coneja" es andar corto de guita y buscando.

Claro, en esa época, las preocupaciones financieras me pasaban tan de largo que no escuchaba la conversación hasta que aparecía la coneja misteriosa.

Me faltó preguntarle si alguna vez se la alcanza.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Vueltas

"Más vueltas que una oreja".

Eso tengo yo, según mi abuelo.

Y lo digo en presente, porque es una de tantas cosas que mi abuelo vio en mí y que siguen intactas.

martes, 26 de febrero de 2008

No soy chusma, soy inteligente

"Vos vas a ser muy inteligente porque sos muy curiosa", me dijo una vez.

lunes, 25 de febrero de 2008

Los amigos que no sabían

Mis abuelos tenían un matrimonio amigo. No recuerdo sus nombres, porque yo era muy chica cuando venían a casa. También tengo la imagen de una terraza, así que se ve que alguna vez fuimos a la casa de ellos.

Yo tenía un perrito a pila que caminaba y movía la cola y tenía una cadenita dorada, y recuerdo estar jugando con ese perrito una vez que esta pareja vino a visitarnos.

Un buen día se cortó la relación. Mucho más tarde me enteré el por qué. Ellos no sabían que yo vivía con mis abuelos ni los motivos. Y cuando lo supieron, se alejaron.

Lo posteo acá porque deben haber sido amigos de mi abuelo. Mi abuela no cultivaba la amistad más que con mujeres solas y tampoco tantas (dos en vida de mi abuelo).

Nunca entendí por qué justo esta gente no sabía nada, ni cuál era el interés en mantener la relación si no podían contarles esas cosas.

sábado, 23 de febrero de 2008

Nada que decir

Hoy que me caí de una bici en Barcelona, con la rodilla y el codo derechos doloridos, es una buena ocasión para contar esta anécdota.

Mi primera bici se la pedí a los Reyes Magos a los seis o siete años. Se la pedí literalmente: fuimos adonde atendían (creo que una sucursal de Frávega, seguro por el microcentro), me senté a upa de Melchor o Gaspar, nunca supe distinguirlos, y le dije muy segura: "Quiero una bicicleta roja".

Cuando bajé de las rodillas del Rey Mago, que no me gustaron nada, mi abuelo me preguntó con disimulo qué había pedido.

La mañana del 6 de enero, la bici roja me esperaba estacionada en la puerta de la piecita chica, mi no-dormitorio. Yo estaba como loca y hubiera salido a la calle pedaleando en camisón. Pero, ¡oh!, estaba frenada. Entonces le pregunté a mi abuelo cómo había sido posible que los Reyes me trajeran una bici defectuosa. Me imaginé que habría que esperar al año siguiente para que los propios Reyes me la arreglaran.

Mi abuelo se deshizo en explicaciones esótericas sobre los Reyes Magos, los camellos, el apuro, etc., y se dispuso a llevar la bici al negocio del ramo que había en Cabildo y Zabala o por ahí. Todo sonaba muy sospechoso y yo no quise abandonar mi nueva adquisición, así que lo acompañé. Cuando todo el personal de la mega-bicicletería lo saludó afectuosamente, mi abuelo y yo, sin mirarnos, comprendimos que era el fin de la ilusión.

El viejo ya ni amagó con dar más explicaciones.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Culito específico

"Ya estás con culito de gallina", me decía mi abuelo cuando me enojaba y fruncía los labios. Según él, el dibujo de mi boca así contraída era similar al ano de dicha ave (estoy jugando conmigo misma a no repetir palabras, por si no se nota).

Quizás tiene relación con "encularse", "enculado", etc. O no. Qué sé yo. En todo caso, mi abuelo no decía "encularse".

Las expresiones de mi abuelo parecen no tener fin. Las pesco al vuelo cuando hablo y las anoto mentalmente o en un papel si puedo, para no olvidarlas. No tengo hecha una lista exhaustiva ni podría. Van apareciendo. Y siempre es claro también cuando una expresión vieja no es de mi abuelo. Ésta no es una recopilación cualquiera de palabras y dichos de otro tiempo. Son las cosas que decía mi abuelo.

Mi abuelo decía "culito de gallina" pero no "encularse".

lunes, 18 de febrero de 2008

Farrera

Si mi abuelo pudiera contemplar mis últimos días de viajera en Berlín (ver blog vecino), sentenciaría: "A esta chica le gusta la farra".

Estoy descubriendo que sí, que soy farrera.

viernes, 15 de febrero de 2008

Veo y quiero

"Culo veo, culo quiero".

Así me decía mi abuelo cuando me entusiasmaba mucho algo que tenía otro y comenzaba a pedirlo insistentemente.

Como en otras tantas cosas, el impulso sigue intacto. Veo y quiero. Sería bueno que recuperara también esa decisión de ir a por aquello que me tienta tanto.

martes, 12 de febrero de 2008

Que baje y explique

Cuando ya no sabía qué hacer conmigo, elevaba la vista al cielo y con las manos en alto, separadas más o menos el ancho de los hombros, exclamaba: "¡Bajá, Manolo!"

Ni idea de quién era Manolo ni cuál podía ser el origen de ese código consigo mismo que tenía mi abuelo.

domingo, 3 de febrero de 2008

Una relación rara

Burrone era el técnico que arreglaba nuestro enorme televisor blanco y negro.

No sé si el origen de la amistad con mi abuelo estaba en la frecuencia con la que el televisor se rompía o si primero estuvo la amistad y luego la relación service-cliente.

Burrone venía siempre de traje y a la tardecita. Arreglaba la tele y después se comía una picada con mi abuelo.

Era un tipo de unos cuarenta y pico, alto y de pies muy pero muy grandes. Yo siempre me quedaba colgada mirándolos.

A él le escuché por primera vez la expresión "patota", cuando contaba de unos chicos patoteros con campera de cuero que había visto en una esquina.

Nunca supe su nombre. Su estado civil intuyo que era soltero. Y su traje y sus impecables mocasines (de gigante) me hacen pensar que tenía otro trabajo diurno y que el service de televisores era una changa vespertina.

Las visitas de Burrone se terminaron con la tele a colores que nos regaló Aurora (una amiga de mi abuela que se ganó el Gordo de Reyes, sí, leyeron bien, conozco a alguien que se ganó el Gordo de Reyes). O quizás antes, porque no tengo ninguna imagen de Burrone en el departamento minúsculo al que nos mudamos cuando yo tenía diez. Claro, no había manera de que el hombre metiera sus pies en esa cajita de fósforos.

sábado, 26 de enero de 2008

Luna

Despertarse alunada o con luna: despertarse cruzada, rayada, de mal humor.

El femenino es porque sólo se aplicaba a mí.

sábado, 19 de enero de 2008

Biaba

"Biaba": paliza.

Pero por esta vez no todo es golpes en la jerga de mi abuelo.

Darse una biaba también es maquillarse en exceso. Y que te den una biaba es salir perdiendo en algo. Bueno, otras formas de paliza, al fin y al cabo.

martes, 15 de enero de 2008

Empacada

" Ya se empacó”, decía mi abuelo sobre mí cuando me encaprichaba. También: “Está empacada como una mula”.

Se lo decía, claro, a mi abuela. Cuando yo me empacaba, no tenía sentido hablarme a mí.

Sigo así: si estoy convencida de tener razón, me clavo ahí. El extremo más gráfico es cuando me quedo parada en plena calle, porque ya no puedo seguir ni caminando en ese estado de cosas.

Propio una mula.

viernes, 11 de enero de 2008

El problema es de cuál

Mi abuelo tenía una frase que de grande me resultó ambigua.

Decía "De algún culo va a salir sangre" con la clara intención de significar "de alguna manera se va a resolver". La resolución del problema cuya gravedad lo hacía expresarse de manera tan guarra, conllevaba un tremendo esfuerzo anal que podía ser de él, de su interlocutor o de un tercero.

De grande me pareció que la frase hacía referencia a romperle el orto al susodicho tercero. Romperle el orto uno, no el universo. Entonces la frase deja de ser un dictamen fatalista y teleológico para convertise en amenaza o mejor dicho, canchereada, porque el tercero cuyo culo va a sangrar, por su propia naturaleza de tercero, está ausente.

Yo, como siempre, voto por la impresión que dejó en mi memoria lo que decía mi abuelo.

En cualquier caso, la idea de fondo es que para que se ordene de nuevo el cosmos que está patas arriba, alguien tiene que sufrir. No es muy simpática.

martes, 8 de enero de 2008

Mejor desnuda

Sobre mi apetito, mi abuelo decía: “A esta chica conviene más comprarle un vestido nuevo que darle de comer”.

De grande, tengo temporadas. Actualmente estoy pasando por una temporada voraz, que para mi vergüenza coincide con vacaciones parando en casas ajenas.

Pienso en la frase de mi abuelo y digo: mejor desnuda, y pásenme por favor la crema de castañas que me la termino, para qué vamos a guardar el frasco con ese poquito.

sábado, 5 de enero de 2008

Chirlo

Chirlo: dícese del golpe dado con la palma abierta en alguna parte de la anatomía, preferentemente la cola, del niño que se porta mal.

(Yo a mi abuelo le conocía el amague de ese gesto, con el que me amenazaba).

miércoles, 2 de enero de 2008

De golpe y porrazo

En los últimos tiempos, escribo mucho "de pronto". De pronto me pasa que, de pronto encuentro que, de pronto estoy en. A veces, para no repetir, lo sustituyo por un "de repente", que mucho no me gusta y que además siento que no quiere decir lo mismo.

Pero a veces las novedades no vienen de pronto ni de repente, sino de golpe y porrazo, como decía mi abuelo.

Así, literalmente, algo nuevo me da una paliza y me deja anonadada.