En el departamento de Obligado y Sucre donde vivía con mis abuelos, era fácil saber apenas me despertaba si llovía.
Era una planta baja y nuestro dormitorio, el de los tres (un psicólogo a la derecha, por favor), tenía ventana a la calle.
Los autos pasaban patinando sobre el pavimento con un sonido muy reconocible, aun entre las brumas del sueño y Radio Rivadavia.
No tengo ninguna anécdota en especial sobre la lluvia y mi abuelo, pero en este día gris quería escribir sobre esas lluvias de mi infancia.
lunes, 7 de julio de 2008
Digresión lluviosa
Etiquetas:
anecdotario
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