Mi abuelo tenía una obsesión con las luces de la casa.
Si estábamos en una habitación, las luces de todas las demás debían estar apagadas. Obviamente, yo siempre me olvidaba las luces encendidas cuando abandonaba un cuarto. Obviamente, primero venía el pedido y después de mi tercer "ya voy", venía la puteada.
A veces me rebelo y salgo de mi pieza dejando la luz prendida. A veces, pienso que era una maña ahorrativa e incluso ecológica, entonces apago todo. Pero nunca, ni cuando le desobedezco ni cuando le hago caso, dejo de pensar en él.
Creo que es la manera más persistente que tengo que recordarlo. La más involuntaria, la más cotidiana.
sábado, 26 de julio de 2008
Luces
Etiquetas:
anecdotario
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1 comentario:
extraño a mis abuelos...
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