martes, 18 de marzo de 2008

Afeites

Mi abuelo se afeitaba a veces con una maquinita muy antigua para la que había que comprar la hoja suelta, y a veces con la afeitadora eléctrica.

A mí me encantaba espiarlo.

Me daba un poco de miedo con la cara llena de espuma, como si de pronto fuera otro.

En cambio, cuando usaba la afeitadora eléctrica, era una fiesta. En esas ocasiones, no sé por qué, estaba mejor visto que le abriera la puerta del baño y lo observara. Quizás la espuma, el agua, la toalla y todo eso que involucraba la otra forma de afeitarse, le sonaba más a desnudez y por eso se ponía más púdico.

Entonces me quedaba al lado de él mientras se afeitaba y jugábamos a que me iba a atacar con la máquina eléctrica. Me amenazaba con tocarme el brazo y yo salía corriendo y gritando.

Después, se ponía loción "Old Spice" y salía al mundo suave y perfumado. A mí me llenaba de orgullo tener un abuelo tan limpio y prolijo.

(Con su maquinita, la que llevaba la hoja descartable, años después me afeité los primeros pelitos de la axila. La eléctrica, en cambio, mi abuela la regaló o la tiró, como casi todo).

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