miércoles, 3 de diciembre de 2008

Dormir afuera

A mi abuelo le parecía mal que yo me quedara a dormir en la casa de una amiguita. No veía la necesidad ni la gracia. Mientras él vivió en casa, podía volver de la escuela con compañeros todos los días e invitarlos a comer, pero nunca nadie pasó la noche ahí. 


La primera vez que me quedé a dormir en lo de una amiga tenía diez años. Insistí hasta que mi abuela desautorizó a mi abuelo y me dejó. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Costumbre muy común de hombres de esa época: las señoritas duermen siempre en su casa.

ahora, tu abuela gamba no? más conectada con las necesidades de su nieta.

Me parece a mí o empieza una re-lectura del accionar de la abuela?