A mi abuelo le parecía mal que yo me quedara a dormir en la casa de una amiguita. No veía la necesidad ni la gracia. Mientras él vivió en casa, podía volver de la escuela con compañeros todos los días e invitarlos a comer, pero nunca nadie pasó la noche ahí.
La primera vez que me quedé a dormir en lo de una amiga tenía diez años. Insistí hasta que mi abuela desautorizó a mi abuelo y me dejó.
1 comentario:
Costumbre muy común de hombres de esa época: las señoritas duermen siempre en su casa.
ahora, tu abuela gamba no? más conectada con las necesidades de su nieta.
Me parece a mí o empieza una re-lectura del accionar de la abuela?
Publicar un comentario