Va un post relacionado con el anterior:
A la distancia, me doy cuenta de que a mi abuelo le gustaban mucho los chicos. Siempre decía que sí cuando yo proponía que Catalina almorzara en casa, o que viniera cualquier otro compañero a la salida de la escuela. No se ponía a jugar con nosotros y en apariencia no daba bola. Pero las visitas de adultos lo fastidiaban y la de los nenes, no. Imagino que le gustaba sabernos ahí, correteando en el patio o cuchicheando sobre las muñecas en la piecita chica donde yo tenía mis juguetes, aunque no participara. O que le parecía bien que yo, que no tenía a mi hermano, tuviera muchos amigos, y fomentaba eso.
A mi abuela también le gustaban los chicos, con locura. Pero este blog no es sobre ella. A ella ya le dediqué una obra de teatro, litros de agua salada y varios años de diván.
2 comentarios:
eso me lo re imaginaba!
yo también....
Cuanto daño para una niña! cuanta violencia, cuanta ignorancia. Suerte que existió ese abuelo.
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