lunes, 15 de diciembre de 2008

Post con arbolito

En mi casa no hubo arbolito de Navidad hasta que yo tuve nueve o diez años. No sé por qué pero intuyo que tiene relación con esto.

Pasábamos siempre las Fiestas en Olivos, en la casa de unos familiares de mi abuela. Ahí sí había arbolito, regalos, brindis y beso a las doce.

El arbolito apareció porque yo lo pedí. Aunque ya no creía en Papá Noel. Unos días antes de Navidad, fui con mi abuela materna a la Librería Rodríguez, que obviamente quedaba en la galería Gral. Belgrano (epicentro de la vida social de mi abuelo), elegí mi regalo y lo hice envolver; el 24 a la noche, me lo dejé en el árbol. Esa Navidad la íbamos a pasar en casa con mis tres abuelos. Raro. No estoy segura de que haya sido así, podría chequearlo con la abuela que me va quedando, pero me parece que no quiero.

A las doce, abrí el paquete: Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain. La primera novela que leería en mi vida, inaugurando un romance con mi género literario favorito (como lectora).

La pensé, la planeé, pero no la pasé bien.

Sigue siendo así. Haga lo que haga para las Fiestas, no la paso bien. En general me rajo, con lo cual sólo consigo pasarla mal en diferentes locaciones. Me da más rabia cada vez no tener familia. Casi que me dan envidia aquéllos que tienen que preocuparse por el clásico "los tuyos o los míos".

Para colmo el arbolito puto se arma el día del cumpleaños de mi vieja. Como ya expliqué, los desaparecidos cumplen años. Se dice "hoy mi vieja cumpliría cincuenta y seis". Y se agrega: "qué joven, ¿no?".

Por todo esto, las primeras guirnaldas que se ven por la calle me provocan una sensación que podría describir como si tuviera un trapo mojado en el pecho y alguien me lo estrujara con paciencia (o sadismo).

¿Esperaban algún remate que relacione este ataque antinavideño con la figura de mi abuelo? Olvídenlo. Mi abuelo está en la imagen de esa primera Navidad en casa, con árbol, pero no hizo ni dijo nada memorable. También está, bastante en pedo, en las postales mentales de las Fiestas en Olivos, donde creo que nadie lo quería.

Si tuviera un blog biográfico normal, y no éste extraño en el que hago pasar mi vida a través del recuerdo de mi abuelo, éste sería el típico post navideño. Muchos odiamos las Fiestas por diferentes motivos. Que el mío sea tanta muerte no me deja siquiera el consuelo de ser muy original.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No te preocupes por Navidad Perez!
(me encantaría decirte Mária, pero sé que es de tu abuelo)
Es una fiesta religiosa, que se ocupen los practicantes. Dps de eso no tiene ningun sentido ni la celebración, ni el arbol, ni los regalos, ni la familia.

Estás sola? si la respuesta es no, bueno: pizza con champan, un poco de música, charla y a dormir. Ya esta.

Yo DETESTO la Navidad, y ya el 1ª de diciembre empiezo a sentirme "incomoda", y sé que es por la fucking navidad

BEsos y abrazos!
aprendí a quererte (mirá cuantos habra que te quieren y vos ni lo sabes)

perez dijo...

¡Ey, gracias!