Mi abuelo, está dicho, era muy burrero. Y supo tener en los '70 un restorán en Palermo, "El Carioca". En esa época, cuando tenía el restorán, corría un caballo que se llamaba también "El Carioca". Alguien le preguntó a mi abuelo si el caballo le pertenecía. Y mi abuelo, por joder, dijo que sí. Estuvo así un tiempo, fingiéndose dueño del pingo, que si mal no recuerdo no era la gran cosa, por lo que mi abuelo terminó por despegarse y confesar.
sábado, 15 de mayo de 2010
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2 comentarios:
Si hubiese sido un caballo ganador no hubiese confesado jamás. Una lástima para un burrero, el sueño del caballo propio.
como me gusta tu blog MAriana
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