Eso decía mi abuelo cuando me mandaba a lavar las manos, después de contarle las monedas.
Él trabajaba como vendedor de tarjetas de estacionamiento, y la principal diferencia la hacía con las propinas. En casa, yo le contaba las monedas y luego él le llevaba el cambio a sus entrañables compinches de la agencia de lotería.
ABUELO: Lavate las manos.
YO: Ya voy.
ABUELO: ¡Te dije que te laves las manos! ¡Qué chica, carajo!
YO: ¡¡¡Ya voy!!!
Así solían terminar esas sesiones de trabajo colectivo. Entonces mi abuelo, por un par de días, no me dejaba contar las monedas porque, decía, "la plata es sucia" y yo no era muy amiga del jabón.
La sobreinterpretación de esta máxima corre por mi cuenta, pero me parece pertinente.
sábado, 8 de septiembre de 2007
La plata es sucia
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4 comentarios:
¿Te amigaste con el jabón?
Me lavo las manos antes de cocinar, de comer y después de ir al baño. Para mi abuelo no sería suficiente, pero nunca alcanzaré sus perfumadas alturas.
Perdón, había pensado en un comentario antisemita.
v.e.r.: ¿Un comentario antisemita y jabonoso? Con eso no se jode...
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