lunes, 10 de septiembre de 2007

"¡Marmota!"

Así me decía cuando me mandaba alguna macana, como que se me cayera alguna cosa al suelo, por ejemplo, o que habiéndome ya perdonado, pensara que él seguía enojado conmigo.

Era esa palabra sola, gritada con su voz de ex fumador: "¡Marmota!"

A mí me ponía loca, me parecía que no podía existir insulto peor, y redoblaba la apuesta del llanto.

(Creo que más allá de un carajo al final de una frase, nunca me dijo nada más fuerte que eso).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me autocomento, qué tristeza...
Según mi analista (!) el apelativo "marmota" era muy común para designar a una persona que andaba por la vida como dormida. Dado que mi analista es incapaz de entrar a este blog, ofrezco a los lectores su atinado comentario, en una inequívoca muestra de transferencia.

Anónimo dijo...

Sigo autocomentándome. Hoy me sorprendí diciendo: "duermo como una marmota". Mi analista tenía razón, como siempre.

Unknown dijo...

Uuuuh