Cuando iba a empezar el jardín de infantes, mi abuelo me llevó al que quedaba en la esquina de casa, el Athos Palma.
Me mostró la fachada, el patio, las aulas y, fundamental, los juegos. Me tiré por el tobogán, que me parecía anchísimo porque nos podíamos deslizar tres niños al mismo tiempo. (No sé por qué había otros chicos jugando. ¿Sería también colonia o yo habré comenzado tarde el año?)
Todo el tiempo mi abuelo me hizo sentir que me estaba enseñando las ventajas de ese jardín para que yo diera el veredicto, como decía el. Yo dije que sí, que me gustaba, que iba a ir ahí.
Y fui, muy contenta, creyendo que había sido mi elección.
miércoles, 1 de octubre de 2008
El Athos
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anecdotario
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5 comentarios:
Pienso en un hombre grande a cargo de una nieta tan chiquita... qué aterrador debe de haber sido para él los primeros tiempos.
Más él, que ya venía sin padre y con un hijo varón, sumado a que en esa época culturalmente el padre no se involucraba en la crianza de los niños.
¿la esposa estaba? era tu abuela?
Perez tu historia me encanta, me emociona, me encuentro con cientos de recuerdos de mis tios mayores y mis abuelos, y quiero saber todo.
Un beso
Piolísima!
Jaja muy ingenioso, el poder del marketing! voy tomando nota, quien sabe algun dia lo necesite.
que grosso, hacerte creer que elegis...
un adelantado tu abuelo
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