lunes, 3 de noviembre de 2008

De la confianza en las inmobiliarias

Cuando yo tenía diez años, mi abuela gestionó un crédito hipotecario para que nos pudiéramos comprar una casa. 


Salíamos a buscar departamento y a mi abuelo no le gustaba ninguno. Hasta que apareció uno, de tres ambientes (por fin yo iba a tener mi pieza propia), en un edificio del Hogar Obrero sobre Álvarez Jonte. Hubo un factor decisivo para que mi abuelo diera el ok: conocía a la gente de la inmobiliaria. No recuerdo de dónde, pero a pesar de que hacía muchos años que no los veía, le inspiraban confianza. Ahora que lo pienso, seguro que eran correligionarios. 

El dueño del departamento estaba de viaje en el sur y no venía, no venía, no venía. Se nos vencía el plazo del crédito, pedimos prórroga, el propietario seguía sin volver. Así que hubo que ir a la inmobiliaria y retirar la oferta. 

Se disparó el dólar y terminamos comprando un dos ambientes que empeoró notablemente nuestra calidad de vida. 

Obvio que para mi abuela la culpa fue de mi abuelo que se confió en esos conocidos de la inmobiliaria.  

Ah, de yapa, la última vez que fuimos a la inmobiliaria perdimos un paraguas que yo me había ganado en un sorteo de fin de año en una farmacia. De ese paraguas me acuerdo bien porque fue lo único que gané en mi vida. 

4 comentarios:

exseñoM dijo...

perez: te ganaste un premio sorpresa!! pasá a buscarlo cuando quieras por casa.
Viste? ahora ya no es ese paraguas lo único que ganaste.

perez dijo...

¿En serio? No me jodas con esas cosas que me emociono.

Sweet carolain dijo...

ajjjaj muy grosso pidiendo el premio!! asi se hace.besos

exseñoM dijo...

Pero, nena! ¿Cómo voy a joder con eso?