A mi abuelo no le gustaban los curas, pero a alguna estampita le rezaba todas las mañanas y el día 7 de cada mes iba a la iglesia San Cayetano de Belgrano a pedir trabajo.
En el dormitorio de mis abuelos (y mío) había un crucifijo pequeño que siempre tenía una ramita de olivo seca del Domingo de Ramos anterior. Nunca le vi hacer nada con ese crucifijo a mi abuelo, pero cuando murió, mi abuela lo sacó.
Jamás me habló de religión.
domingo, 25 de enero de 2009
Religión
Etiquetas:
anecdotario
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1 comentario:
hay que tener amigos en todos lados... =P
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