Veníamos de la plaza Belgrano (en rigor, la de enfrente, la de los juegos), caminando por la vereda par de Obligado al 1900. Solos, en uno de esos ratos para nosotros dos que, estoy segura, él disfrutaba tanto como yo.
Aunque mi abuelo no puso cara de estar disfrutando cuando se lo pedí. Protestó, rogó, me explicó que era viejo. A pesar de eso, insistí. Y él accedió. Fue media cuadra nada más y supe que no iba a volver a suceder.
Aunque era muy chiquita, tengo un recuerdo vívido de esa última vez que mi abuelo pudo llevarme sentada en sus hombros.
martes, 10 de febrero de 2009
Última vez
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anecdotario
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1 comentario:
qué dulce, tu abuelo fue lo más. Estoy leyendo acerca de las figuras maternantes, escenciales para un bebe, y que esta función la puede asumir cualquier persona. La tuya parece ser tu abuelo.
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